domingo, febrero 11, 2007

BUENOS, MALOS Y APROVECHADOS

Cómo decía el muy admirado Sr. Cela ¡hay que joderse! Porque como narices se puede poner arroba en este trasto de ordenador. Lo he intentado repetidamente hasta la desesperación caótica y estulta. Será que soy idiota. Porque vamos a ver, que diferencia hay entre un dedo o un dedo de otra mano que presiona a la vez las mismas teclas? No me digan que no es algo extraño y a la vez recelosamente sospechoso. Además tiene guasa que entretanto me debato en estas lides, me he enterado de que no tengo un coeficiente mental de 80, al contrario, me han dicho que mi coeficiente es de 145; un coeficiente superior a la media. Pues bien, se lo digo con toda sinceridad, hoy me he llegado a sentir más y más tonto que nunca, y lo peor de todo es, que he empezado a dudar de los tan significativos como determinantes coeficientes mentales. Empiezo a dudar de mí mismo, extremo al que hasta ahora, perdido en mi absoluta indiferencia, nunca había llegado a sospechar. A ver si va a resultar que, también en este asunto, nos están tomando el pelo. No sería de extrañar por el motivo de sentirse uno desplazado de sus intereses o de sus fines normales dirigidos a su crecimiento personal. Si a Vd., le confirman que es más bien limitado, es decir, que no llega al nivel requerido para el trabajo, aunque consiga desarrollar bien la tarea encomendada, nunca estará en condiciones laborales bien definidas. O lo que es lo mismo; nunca ascenderá en su puesto. Claro es que puede intentar cambiar de trabajo, cosa del todo imposible si su edad está cercana a los cuarenta años incluso, ahíto de más experiencia. Y aunque le pueda parecer extraño resulta que roza del todo la normalidad. Seguramente Vd., ya tuvo esa experiencia o conoce a alguien que también a pasado por ella. Por ejemplo: A lo mejor, ¡ qué digo! Más bien a lo peor Vd., cambió de trabajo por que les ofrecieron un puesto adecuado a su preparación, conocimientos y experiencia. Se trataba de incrementar las ventas, en este caso, de una naciente empresa la cual después de un año facturaba setenta y cinco millones cuando Vd., llegó; lo comido por lo servido. El aspecto más determinante es en este caso concreto, que Vd., conocido en el gremio por la muy justificada calificación de currante, digamos picapiedra, al tercer año, ha situado a la incalificable empresa, en la cima de ochocientos millones de facturación con unos impagados que no llegan a las treinta mil pesetas (180,30)en todo el ejercicio. Lo más significativo no es la eficacia que realizó con su personal entrega y vigoroso esfuerzo. Lo más determinante fue, que no fue compensado ni retribuido como las bases del acuerdo laboral establecían. Los sabios, que los hay, le rescindieron el contrato, después de acordar que recibiría además del sueldo, un porcentaje en más sobre el precio establecido en tarifa. Este porcentaje subió hasta el dos por ciento global o lo que es lo mismo, dieciséis millones de pesetas. De aquel tiempo. Más tarde, en su puesto, se colocaron tres individuos, los cuales ejerciendo de fantasmas idóneos, no llegaban a cobrar ni tan sólo el veinticinco por ciento del salario acordado con Vd. Poco tiempo más tarde, le llamaron de dos empresas, ofreciéndole un trabajo, un trabajo miserable, que podía seguir cobrando, a pesar de recibir la ayuda concertada por su sueldo reconocido por e INEM. De acuerdo con sus cotizaciones anteriores. Pero lo más significativo, fue lo ocurrido en otra entrevista personal cuando le manifestaron confidencialmente que “ nos irías muy bien “ pero tenemos un acuerdo entre varias empresas químicas, por más señas, que nos limita la contratación de los empleados cesados o dimitidos, que integraron con anterioridad aquellas empresas firmantes del acuerdo. Resumiendo. Uno que, cuando dejó el cargo, hizo llorar incluso a las secretarias de su departamento, división, o como lo quieran llamar, uno que “no mandaba como se debe mandar “ se entera después, de que la dirección, se deshacía con gran interés por los beneficios a obtener con la aplicación del método de la llamada inteligencia emocional. Me hubiera gustado disponer de un jardín con un lago lleno de ocas, como tenía el genial Dalí. No por nada, nada más para poder decir a un electricista, aquel que dijo no poder instalarles una bombilla en la cabeza “ por que podían electrocutarse “ A mí también me hubiera gustado, al hacerse de noche, decir ¡ José, enciende las ocas!


robertboresluis@hotmail.com 20-05-2006