domingo, septiembre 28, 2008

DIALOGOS APARENTES

La cuñada tonta
Cuando una cuñada de T.J. Valvin, supo que el esposo de su hermana, se pasaba el día escribiendo dijo; ese se ha chalado. Cuando T.J.Valvin lo supo, se limitó a sonreír comprensivamente, sin preocuparse en averiguar cual de sus dos cuñadas había sido la autora de aquella opinión, no obstante aceptar que podía haber sido cualquiera de ellas, pues su nivel mental seguía mostrándose muy claro y evidente. T.J. Valvin entendía que el mundo literario resultara insondable para una inculta. Pero también entendió el alcance real de lo opinado por su cuñada. Sublimó la sensación con un repentino sentimiento de vacío.
Las ochenta y cinco cartas que T.J. Valvin desocupado, había escrito meticulosamente dirigidas a otras tantas empresas en demanda de un empleo, no habían obtenido respuesta. Decidió que no escribiría ninguna más. Lo que no deseaba de ninguna manera, era permanecer ocioso. Mucho antes de que su cuñada, admiradora incondicional de algunas escritoras del corazón, expresara su inesperada opinión, T.J.Valvin ya había decidido escribir, dedicarse a escribir para, entre otras razones, seguir manteniendo su inestable equilibrio emocional como una terapia última e indispensable.
Lo primero se dijo a sí mismo, es empezar. Todo lo demás, incluida la remota posibilidad de publicar sus escritos, no le importaba, consciente de que sus trabajos anteriores, seguirían su olvidado proceso sobre el anaquel de su muy estimada librería.
¿Todavía escribe? Seguía preguntando en tono despectivo la cuñada, en sus ocasionales visitas al domicilio de su cuñadísimo. Vaya, exclamó sorprendida, después de dos años de observar el garabateo sobre la blanca cuartilla número trescientos cincuenta.

Todo es relativo.

T.J. Valvin seguía con su actividad literaria, convencido de que el uso del diccionario de sinónimos y antónimos, acrecentaba su escaso conocimiento de la lengua muy a pesar de que, obsesionado en pulir las frases que escribía, no conseguía evitar alguna que otra falta de ortografía o prosodia. Más duro le resultaba el laborioso trabajo de teclear frase tras frase y folio tras folio. La incipiente miopía de su visión, dificultaba enormemente el ineludible proceso mecanográfico. Con todo T.J. Valvin, seguía frente a la máquina de escribir hora tras hora, día tras día, hasta que el dolor en la espalda se le hacía insoportable.
Dos días antes había leído la siguiente noticia en el periódico; “ El año pasado se editaron en España cuarenta y dos mil libros. “. Esta noticia le alentó a seguir con su tarea. Al propio tiempo su imaginación desbordada, se diluía en un desorden incontenible de posibilidades e imposibilidades, de sentido común y de obnubilación, de verdades y de mentiras.
Todo ello en un frenético diálogo vertiginoso surgido a borbotones en una anástrofe violenta. Apostó que dos o tres mil de aquellos libros, no tendrían ninguna posibilidad de difusión por ser obras vacías, literatura basura. Este sentimiento alentaba su particular idea de creación. Por ejemplo decía, mi cuento titulado la Ciudad de las Tinajas de Oro, sin conseguir ser premiado en la convocatoria a la que en su día presentó, seguía siendo un cuento que la productora Walt Disney podía haber convertido en una magnifica película de dibujos animados.
En su imaginación, el fascinante y sugerente colorido de los personajes del cuento, EL gigante nictálope, El gran ladrón del mundo, y el brillo de las Tinajas de Oro, seguían reluciendo fascinantes en un crepúsculo que era más que eso, ¡un amanecer de luces y colores! Sí, todo es relativo, se repetía, mientras un supuesto genio revoloteaba como un pícaro dentro del cerebro de T. J. Valvin. Y sin poder evitarlo volvía la página de su imaginación sin terminar de escribirla. Ah, la imaginación, la loca de la casa, sin cesar de rebotar en el interior de su castigado estuche óseo.


¡ Maldita!


Son las tres horas de una fría madrugada cuando Valvin se despierta con la intención de encender la lamparita de su mesita de noche. Lo piensa y desiste. Mejor es seguir en la penumbra, en un intento por conseguir dormir de nuevo. Le resulta del todo imposible. El verso que escribió ayer mismo, revolotea en su cerebro. Debo aclarar que Valvin no escribe, más bien garabatea sobre el papel todo cuanto le dicta una voz desconocida que mora dentro de él. Una voz no del todo extraña a la que, desde hace tiempo, ha comenzado a odiar. La poesía es de mi absoluta creación. No sé si es buena o no, pero tampoco me importa se dice. La rima sigue en su espiral interminable dentro de sus sesos. La recita obsesivamente una y otra vez. Al llegar al verso que dice “ en ellos no me mire “, la extraña voz que maltrata su dendritas, le sigue diciendo: pon un punto y coma al principio, si quieres...Lo dice como un suave susurro, insistentemente insidiosa, como un deseo sin deseo.
---¡ Maldita! ¡ Maldita! termina por decir Valvin. Deja de incordiarme, le grita
Es inútil. Es absolutamente inútil. Parece que se calla, la zorra, pero no enmudece. Permanece metida en el cerebro de Valvin con un suspiro persistente, inacabable, que le adormece en parte, pero que le mantiene en vilo. ¿Qué hago? Se pregunta en la intranquila duermevela. ¿Me levanto?. Me calzo las zapatillas y la bata y peregrino por el largo pasillo hasta mi estrecha y recóndita mesa de trabajo. La poesía es mía. Pero de inmediato, la voz se lanza sobre él, la voz desconocida, lacerante, inmisericorde:
---¿Tuya la poesía?. Tú eres incapaz de escribir sin mí.
---¡ Dios! Eres odiosa e inmoral, responde Valvin, en tanto evita despertar con su jadeo, a la esposa que yace placidamente a su lado.
---Y tu un vago, le responde apremiante. Te he dictado diez veces tres mil palabras, con las que podías haber escrito diez libros. Podrías volar, pero me parece que prefieres reptar. ¡ Eres un imbécil! , termina por decir la oculta voz.
---¿Qué insinuas?, responde Valvin. Ya sé que soy vago pero también que no merezco el premio Nóbel, ni el Cervantes, ni el Planeta.
---Ja, ja se ríe la zorra antes de callar.
---Menos mal, exclama Valvin. Podré por fín dormir.
Pero no, es otra de sus artimañas. La voz ha vuelto a usar la pausa fatídica para lacerarle con más intensidad:
---¿Tú premio Planeta? Desgraciado, concluye.


La vergüenza y la sin vergüenza.


Pero no, no quiere dejarle, no quiere que repose, como si le perteneciese a ella.
--- No ganarás premio alguno, ignorante, dice golpeándole en el centro de su amor propio.
Me levanto, verrás tú, habla Valvin arrastrando las erres. Llega al baño, enciende el calentador y remoja su cabeza mientras que el agua tibia resbala por detrás de sus orejas, hasta anegar la nuca como un somormujo para quedar sin respiración. El único remedio para librarse de la maldita voz, del eco maldito de su voz. Toma la toalla y dibuja un turbante sobre su atolondrada cabeza. Sí, se acalla, se adormece. Regresa del baño para encender un cigarrillo, que termina mojándose entre sus húmedos dedos. ¡Uf! Que mal huele este cenicero repleto de colillas. Le da un espurreo, como dice el dueño de la bodega de abajo, con el ambientador? Decide que no, que ya ventilará el mañana el despacho. Se vuelve a la cama. El carrillón suelta las cuatro notas melodiosas, quedas, sedantes, casi amables, de esta inquietante madrugada de T.J. Valvin.
Son las seis. Como ayer no durmió, hoy se acostó temprano. La vejiga le obliga a levantarse para decantar durante un largo rato por su prolongación elástica. Comienza a pensar que ha empezado en su cuerpo, lo que él ha dado en llamar “ el proceso de normalización, el decrépito biológico que nos iguala “.La mórula de su próstata debe de estar creciendo. Se inicia el proceso?
Como no estudió medicina, lo ignora. O hace que lo ignora?
Sin embargo a su alrededor, a sus amigos, se les escapa alguna referencia sobre este punto. Incluso le hacen preguntas indiscretas y directas. ¿Tu orinas mucho?. Y a ti que te importa. Y siguen preguntando, por la noche, por la noche. Lo que ocurre (sólo las desgracias ocurren) es que ayer por la tarde tomé una taza de té como cada día, por eso aumento la necesidad de micción.

---,La única necesidad que tienes, es la urgente necesidad de aprovechar el tiempo.
--- Maldita, estás aquí otra vez, para perturbar mi sueño
--- Eres como un niño, le dispara sin contemplaciones. Y sigue Te acostaste a las nueve y son las seis. Suerte tienes de poder dormir tantas horas, a tu edad, le recrimina. Eres un vago. No tienes vergüenza.
---Qué tendrá que ver la vergüenza con el sueño?
---Pues tiene mucho que ver. En primer lugar y, de forma ineludible, vives para realizarte, a lo cual te niegas. Te niegas rotundamente a cumplir la función que en este mundo te ha tocado asumir. Dices bien, sigue hablando la maldita, has comenzado el proceso de normalización como tú le llamas. El tiempo es cada día más importante para ti. La falta de tiempo, quiero decir.
---Tiempo para qué?
---Para qué va a ser. Para realizarte
---Si tu fueras una musa brillante y concisa, yo me realizaría sin tantos problemas psicológicos (paranoicos) como estoy soportando.
---Decididamente. No entiendes nada. ¿Es que no entiendes la importancia de la importancia?. Es la obra. Es la obra, pequeña, mediana o grande. Lo importante de verdad es realizarla sin más.
---Eres una sinvergüenza, ruge Valvin. Me estás condicionando con tus silogismos. Lo que pretendes es confundirme. Más, destruirme.
---¡Vago!
---¡ Insolente!
---¡Irresponsable!
---Loca tú. ¡Sinvergüenza!


Concurrir a un certamen literario.


---Para qué necesito yo obtener un premio literario? Ya dispongo de uno.
---Tu no necesitas nada. ¡Insensato!
---Bueno, ya estamos. Me has obligado a presentar un cuento a un concurso y no he obtenido nada.
---Has obtenido una medalla de plata hace treinta años, le corrige la insidiosa. Te parece poco obtener así, de entrada, un premio de un cincuenta por cierto.? Si no fueras tan vago.
---La culpa es toda tuya, replica Valvin. Eres una musa mediadora.
---Yo te dicté un cuento de dieciséis páginas para concursar en el apartado infantil. No has cumplido las bases de la convocatoria. Por un lado no llegas y por otro lado te pasas. ¿Qué cosa esperas obtener si no cumples las bases? Meter un tema infantil para el juvenil. A quién se le ocurre.
---Pero el cuento es bueno.
---El cuento en si, ni es bueno ni es malo. Lo sacas del contexto. No tienes opción.
---La culpa es tuya mediocre, larga cansado de aguantar.
---Qué cerril eres oye todavía, a lo lejos, en el fondo de su cabeza.
---Las editoriales premian a los escritores conocidos, por aquello de la mayor difusión.. Tendríamos que ser todos unos genios para publicar a la primera. Lo que deberían hacer las editoriales, es escribir cuatro letras a los mejores concursantes, con la valoración de la obra literaria por los miembros del jurado del premio, para saber a que atenernos en el futuro.
---¡ Ignorante!.
---Qué pasa ahora?
---Pero bueno tú quién eres. Sabes que Carmen Gómez Ojea se presentó a trece concursos en un año?. Te ha pasado por la imaginación el esfuerzo y el coraje que se precisan, para mantener esta batalla? Esperas un triunfo fulgurante y rápido. A ti te están esperando.
---Ella debe tener una musa mucho más lúcida.
---No, no, Carmen tiene ilusión; por eso ha conseguido la lucidez.
---Me aplastas maldita. Mil veces maldita.



El método.


Decididamente no podía contener su imaginación. Saltaba de un tema a otro, como un pájaro enjaulado, de un extremo a otro de la jaula de su cabeza, leve, rápido, continuo, acelerado, hacia donde se mezclan las historias, las palabras y las frases que componen esa palabras, incontenibles, confusas e inalcanzables. Sin llegar a fundirlas en un crisol, en una sola y única idea. En una trama fijada en la historia homogénea. A pesar de la temida presencia o intervención de la maldita, no escribía mejor sin ella, aunque ella era el delirio, el desasosiego, la inclemencia. La locura desencadenada por retener su voz, su eco, lo que dice su voz y de que modo lo dice. “ Confusión metafórica aparente “ ¿Qué me ha querido decir con esta frase?..”que desaparecerá con la práctica”...Loca.
De pronto, se da cuenta de la posibilidad de reconstruir el texto inicial, sublimar el esbozo, clarificar el sentido, suavizar los sustantivos y los adjetivos, usar sinónimos para lograr una mayor riqueza del lenguaje, una fluidez mucho más amena. No, no, se repite. Lo bueno si breve, dos veces bueno. Escribir como sale la frase de la cabeza. Repetir, tachar y tachar, no va con mi estilo.

---Nada de lo que cuesta esfuerzo, va contigo.
---Estás ahí de nuevo. Bien, bien.
---Estaré aquí siempre, hasta que concluya tu proceso de normalización, al que tu llamas decrepitud biológica.
---Ja, ja, se repite triunfante. Morirás conmigo. Nunca te separarás de mí., estoy seguro, seguirás a mi lado hasta perecer junto a mí. Mejor todavía, morirás en mi.
---Sigues sin separarte de tu ignorancia secular, Enmudeceré sin que, ni tu ni nadie, entienda cuándo y cómo. Ignorarás ese momento, ese instante fatídico en el curso del cual, has de quedarte solo.
---Qué felicidad. Cerrar mis oídos a tus palabras, a tus susurros. Desconectar las dendritas de mis neuronas como de un enchufe eléctrico que se desprende de una conexión absurda, mal realizada, para conseguir detener tus chispazos.
---Chico no aprendes nada. Eso que tu llamas chispazos, no son más que ramalazos sublimados de mi ingenio, los cuales te brindo gratuitamente, para tu futura gloria.
---Y qué me importa la gloria, te he repetido mil veces.
---¡Hipócrita!. Di la verdad, timorato. Acepta de una vez que tienes miedo.
---Miedo de ti?
---Miedo de ti mismo. Sientes un miedo cerval, capaz de oscurecer la totalidad de tu cerebro. Un miedo disuelto en la nebulosa de tu razón, inhibidor de tu débil voluntad.
---¡Ugg! Resuena el rugido de Valvin. Otra noche sin dormir, sin pegar un ojo. ¿Se puede saber quién eres tú?. Mi musa?, le grita despectivo.
---No, responde la raposa, la maldita. No soy tu musa. Ella te abandonó después de escribir tu primer libro. Volverá, si vuelve, cuando recuperes el valor, la confianza en ti mismo. Yo, soy tu conciencia.
--- Mi conciencia. Yo no tengo conciencia.
--- De verdad burro, resuena lejano un eco.
---¡Ugg!. podré conciliar el sueño al fin...
---¡Ja! El eco en la cabeza.

Alcanzar la gloria. Valvin la ve tan lejana como las galaxias en el azul oscuro gravitante de su aturdida cabeza. ¡Cuánta soledad! Cuánta zozobra. Y se pregunta por enésima vez ¿para qué la gloria? Por qué la gloria?

---Cabezón.
---¡Ugg!
---Sigues estancado. No se trata de la gloria. Realizar tu tarea simplemente, cumplir en el sitio en donde estás para justificar tu presencia en un Universo múltiple y fantástico del que, aunque no quieras, formas parte. Parte integrante. Te pusieron en él como una flor en el más sugerente campo de las ideas. No para estar, para florecer más bien.
---No te pongas cursi pesada.
---Te alimentas de suspensos y de ocio. Sueñas con poder vivir sin esfuerzo, sin trabajar, peor todavía, niegas tu coraje. Trabaja y olvídate del agradecimiento.
---Miedo verdad. Ahora soy miedoso.
---Más inconsciente, diría yo.
---Bien, bien. Y dime ¿qué cosa es la gloria?
---No te enteras chico. No es la gloria, es, el deber.
---Deber. A ver, diccionario.
---No seas retrógrado. Sé que lo sabes.
---Deber...estar obligado a algo por ley divina, natural o humana. Aquello a que está obligado el hombre por algún precepto, religioso o moral.
---Mejor buscas obligación, le interrumpe el susurro.
---Obligación. Buscar obligación dices.
---Obligación, no omisión, repite la crítica.
---¡Ugg! Obligación, vínculo que...
---No. La segunda acepción.
---Imposición moral que nos impele al cumplimiento del deber
---Bien, sigue, la quinta
---Obligación: carga, miramiento, reserva, o incumbencia inherente al estado,
dignidad. ¡Ugg!
---Borrico, ya descubriste la carga. Sigue.
---o condición de una persona. Persona: cualquier individuo..
---La segunda.
---Persona: supuesto inteligente..
---Pertinaz.
---¡Gracias!
---¡Qué dices! Busca pertinaz.
---Pertinaz: obstinado, terco---Maldita.
---¡Ja¡ ¡ja!...el eco en la cabeza.


Tozudo por pertinaz.


T.J.Valvin hecha chispas. Desconectar. Desconectar urgentemente de los chispazos provocados por la maligna voz, sea de la musa o de la conciencia. Eso tengo que hacer sin demora. Tozudo, obstinado, terco... la madre que te parió, tu y tus chispazos. La demencia, la senectud, la muerte es lo que me estás brindando.

---¡Ja!, en la cabeza, pero ahora, mucho más fuerte. Pertinaz suena como más positivo, más sugestivo, más real. Sugiere esfuerzo, no ofuscación, negatividad, molicie, suena sin pausa la voz.
Valvin se da la vuelta, gira sobre un costado, se estira, se encoge, manotea la sábana, la almohada, ruge, suspira al borde de...

---Deber, trabajo, esfuerzo, no puedes desertar. Aléjate del vestíbulo, entra por la puerta de tus convicciones de una maldita vez maldito. Trallazo, esto es otro trallazo. T.J. se incorpora. Zapatillas, bata, agua caliente, tabaco.

---¡Mafiosa!
---¡Irreverente!
---¡Cursi!
---Borrico!. No haces nada por desasnarte. En este mundo viven ciegos, impedidos, enfermos, deshauciados que no pidieron ni esperaron su desgracia, desgracia que la sufren con dignidad, que no cesan de luchar, como una meta de su propia meta, capaces de mirar cara a cara a la muerte. Vidas heroicas, débiles féminas luchadoras innatas con nervios acerados, ejemplares, seguras de criar, formar y dignificar al hijo o a los hijos. Desgraciados que viven como ratas en los agujeros, que duermen en los bancos de las plazas públicas, mientras tú, con ojos, oídos, manos y cabeza, consumes tu vida sobre tibias sábanas; y con todo ello sin entender qué cosas ocurren en tu interior, sin querer aprovechar el potencial humano que te envuelve.¡Insensato!. Te niegas a comprender la gloria.
---¡Ah! el eco en el cerebro de T.J. Sí, la locura, la locura de un cuerdo.


Confusión


Esta noche T.J. Valvin, siente un cansancio que se le antoja del todo insuperable. El maldito contacto le hace comprender que se trata de un cansancio mental más que físico. Pero las manos, las siente fuera de sí, extrañas, como nunca hasta esta circunstancia las había sentido. Como un mando a distancia, pegadas a un cuerpo físico del que se siente huido. No es capaz de reconocer el perfil de su cara. Los brazos le parecen artilugios, las manos accesorios.. Se siente desmembrado. Será que su confundido cerebro registra una desconexión o bien, se ha perdido en una introspección retrospectiva indefinida. Nunca antes se había sentido tan aislado de la materia de su cuerpo hasta sentirse tan extraño. Llegó a entender que no era su cuerpo, que no era solamente su cuerpo el cuerpo que tenía. Se imaginó a si mismo, más delgado, más rubio, más débil, más ágil y, a la vez, más lento. No obstante, a pesar de su esfuerzo, no se reconoció en las imagines; él era otra cosa; él era él.
Decididamente ahora, su cuerpo le resultaba desconocido. Sus ojos eran el punto de mira, de referencia, en donde se mezclan su cuerpo y su alma, cuando los ojos ven. Pero T.J.Valvin no conseguía ver su cuerpo. Lo sentía como una realidad física alejada de la esencia de su atribulada mente. A pesar del esfuerzo por imaginarse distinto, mirándose en el fondo, entendía que aquella voz, no era otra cosa que la sombra de sí mismo, el eco de sí mismo. ¿Y si aquella voz tenía parte de razón? Sólo parte? - se preguntó dolido – resistiéndose a admitir esa posibilidad. O todo es fruto de la alucinación que viene soportando insufriblemente. Será cierto que están locos los sabios, los creativos, e incluso todos aquellos que se llaman a si mismos creativos. O bien están sin duda rayando la locura?

---¡Ja! ¡Ja! El eco en la cabeza, en el fondo de la mente.
--- Maldita, eres tú, te reconozco...
---Abyssus abyssum invocat... susurra quedamente aquella a quien Valvin, por mucho tiempo, seguirá llamando la maldita desconocida.

---¡Uf! Dormir, dormir, soñar tal vez....



RobertBoresLuís
P.de A – Marzo de l994

domingo, septiembre 21, 2008

CÁSCARA DE ALMENDRA

Apareció don Luis el jubilado renco y jadeante, escaso de pelo, con su bigote blanco y recortado. Sacó de un bolsillo la navaja, abrió la oxidada hoja, zarandeó la silla cual bastón cuatripartito para, por fin, sentarse.
La “marcona “a la derecha y la “largueta”, a la izquierda – dijo – como si no nos hubiéramos enterado hasta hoy. Mira esta gente dignifica el trabajo, ahora si que vamos a trabajar, intentó decirnos con su actitud. Como si no nos conociéramos.
Hay gente que saca humo, que tiene vocación de líder, es bien cierto. En un segundo pedirá ayuda para mover un cesto en el cual, ni siquiera a metido un escaso puñado de almendras. Y se convencerá a sí mismo de que, sin él, los demás, no vamos a ninguna parte. Un poco más tarde, quizá dos días después, repetirá lo mucho que hemos trabajado, él incluido cómo no y cuando toda la cosecha esté ensacada, volverá a repetirlo. ¿ Qué vamos a hacer cuando no esté? – pensamos todos los presentes.- sin decirlo.
Don Luis se había levantado de la siesta, el vaso de “bourbon” se había quedado vacío al lado del televisor, eso que llaman la caja boba, como tarde después del, telediario de las tres. Han dicho esto, han dicho aquello. No tienen vergüenza. Después esperarán que les votemos. Eso es la democracia del pueblo sin el pueblo. Son todos iguales, no hay dinero para lo que no quieren, se creen los amos porque mandan, y todo por que les pegaron dos tortas los grises, cuando eran estudiantes. Los unos y los otros, treinta años llevan muñendo. Los gatos continuaban con su ronroneo, tranquilos y felices. Cada uno habla de la feria como le ha ido. Ahí estamos todos, terminó. Bueno, tanto como terminar.

Llegó don Luis, el jubilado.¿Dónde está Salvador? Preguntó como siempre. Salió con el tractor. Vienes a ayudarle y se va tan tranquilo. Luego nos ofrecerá un yogurt para la merienda. No entiendo a esta gente, te vienes para hacerles compañía y te dejan sólo. Si nos pagara estaría vigilando, seguro. Los conozco más que la madre que los parió.
¡ Sape! El gato este, cada vez que me levanto me quita el sitio, debe encontrar caliente la silla. ¡Oye! Ayúdame, vamos a vaciar el cubo sobre el cañizo, para que se vayan secando las almendras. Hay que aclararlas, tan espesas no se secan bien. Así, así, ralas, bien repartidas eso, eso. Pues que bien mire, nos quedamos asombrados, de lo bien que distribuye usted la mercancía.
Y todos aceptando su liderazgo, para que su yo no se desmorone. ¡Y qué más nos da a nosotros! Ël se siente útil y capaz, pues bueno ¿qué de malo hay en eso?, Dejadle que disfrute, para qué os queréis incomodar. Y que no se os ocurra pincharle, que empieza con la historia de su jefe.-Con el eje acanalado, que si diez milésimas, que si ocho milésimas, y que yo tenía razón y el jefe no. Cómo van a funcionar bien los cambios de marcha, si no están dentro de la tolerancia que señala el plano. Pues usted será ingeniero pero, de tolerancias, yo entiendo un montón. Además, los de la oficina técnica ya lo han señalado en el correspondiente plano. ¿ Los engranajes, los piñones? ; eso es otra cosa.

La tarde avanzada y fría. Oye, te cambias a este lado ¿ te importa? Que me da el aire de la puerta. No es por nada, es por la jodida pierna que se me enfría y luego, me duele más. Parece mentira, con lo bien que jugaba yo al fútbol, y ahora con la prótesis de inoxidable. Yo que podía haber sido un ariete, meter goles a todo meter, eso es lo que tenía que haber hecho. Pero mira, mi padre, por seguir los consejos del viejo, por no disgustarle. Ya ves. Ejes y piñones toda la vida y el aliento, oliendo a hierro y taladrina, para qué me pregunto todavía, para enfrentarme a aquel ingeniero de mecanizados que preparaba los tornos copiadores y la rectificadora de aletas. No paró hasta que me despidieron, ignorante, si se hubiera enterado de lo que yo ( los que creen ser algo, siempre dicen yo para justificar su falta de seguridad) era capaz; fabricar una esfera con tan solo la lima y la galga. A mí me va a decir lo que es la mecánica. ¡ Sape !, El gato, bueno pues, si no llevara el abrigo que lleva ( con referencia al pelaje) Oye, mira, vamos a vaciar el cubo y volvemos a llenar la mesa. No, no, el metálico no, el de caucho, así, así, eso, eso. Y los demás, callados y descascarillando.

Anochecer y frío. El tractor, el remolque, el traqueteo infernal, insoportable, de la descascarilladora. Bueno, pues me voy, ya veremos mañana dice don Luis, huyendo de la quema. Se levanta, pero no se va. Martillo y almendra sobre el tas, pim, pam, pim. Si todavía tengo muelas, qué buenas están, sí, estas, parecen más dulces. Con pan saben mejor, pero si acaso, con un buen trago de vino negro, que se meten entre las encías y así, se limpian los dientes. Mañana, pues bueno, a lo mejor llueve, pero no os preocupéis porque en el remolque, hay almendras, para dos días como poco. ,( pensando en que la siesta, el bourbon, a lo mejor... que si tardo algo en llegar, convencido de que sin él, se para todo. La cosecha vaya cosecha este año. Qué vamos a hacer, más baratas, pero más cantidad. Piensa en lo baratos que le salen a Salvador, los empleados. Un conejo y algún yogurt si nos caerá, cuando caiga, que acabamos de empezar. O una docena de huevos acaba diciendo. Para cuando se da cuenta, no queda nadie, que todos nos hemos ido a nuestro avío. Antes que nosotros los gatos hacia el comedor.

La otra tarde, se acercó la señora María, la suegra de Salvador, viuda ella y gordita. Se sentó frente a uno de los jóvenes que estaba solitario. Dale que dale a la almendra. Pues que me aburría en casa a esta hora, las diecisiete horas. Se acaba la faena en la cocina, hasta la noche. Que no, que sí, que de joven acompañaba a mi difunto marido, un conocido viajante, pero claro ahora, a dónde voy a ir. Coqueta ella, y recatado el chico, le mira de frente y de lado. Qué joven y guapo que está – pensaba ella – y que moreno. El menos joven, sin pensar, la veía oronda, enjoyada, con un aire pizpireto como diciendo ¡ aquí estoy yo!. El silencio seguía pesando entre sacos, almendras y las telarañas que colgaban de las paredes. Y tú qué? Qué lástima, con las cosas que podías hacer, tan joven como eres. Y el no tan joven, huyendo de un acoso solapado, para reír las gracias sin gracia, de la otra. Hasta la llegada de don Luis, calvo él, renco, con su escaso y ridículo bigote. Toma el cubo, dame el cubo, tu subes, yo bajo, y así, todo organizado. Ahora vuelvo, que me dejé la navaja. Ojo! – a ver qué hacéis que os quedáis solos.
La señora María limándose una uña rota por el cuchillo, chupando el dedo, tirando con insistencia de la bata, hacia abajo para cubrir la sedosa rodilla.
Bueno, qué, ¿habéis sido buenos? Aquí está la navaja. ¡Ah! el yunque!. Pues bueno, tic, tac, tic, tac, qué buenas están este año. A lo mejor llueve algo mañana. Mejor será recoger las almendras para protegerlas en el garaje. Salvador con el tractor y sin aparecer. ¡ Hay que ver!

Tarde y sol de nuevo. Y almendras. La señora María no ha venido hoy pero podría aparecer en cualquier momento. Por el contrario, tenemos a su rechoncha hija, con unas caderas como un redondo arel, tan apretadas y tan bamboleantes como poderosas. Se trae un conejo asido por las orejas, gritando, como siempre, obligando a que los gatos hagan ¡fu! sin terminar de marramizar durante un corto espacio de tiempo, por encima de sacos o ruedas de tractor. Más tarde volverían a rapiñar las jifas del conejo, como ladrones que son y lo seguirán siendo.
La maciza esgrime el cuchillo, como un machete, les saca los ojos a un primer conejo, a lo bestia, que dice la señora María de su propia hija, sin poder evitar que la sangre gotee sobre la blanca pica de mármol. ¡ Sape ! Que los gatos ya merodean bajo su ancho delantal, cerca de las dos columnas de sus gruesas piernas. Visto y no visto, el conejo despanzurrado, clavado en la gruesa alcayata de la pared, en tanto el cuchillo corta la piel sobre el cuello. El agua batiendo la sangre sobre el frío mármol. Mientras, no cesa de sonreir, mejor él que nosotros, acaba diciendo. Tranquila que hay tiempo. Martillo y yunque, tic, tac, tic, tac,, y qué buenas están este año las almendras. ¿ El régimen?. Qué va, estas no engordan, hacen daño si no te las comes. Además cuando sale algunas tardes con las amigas a pasear por el campo, se llevan una coca de almendra y una botella de cava ¡ qué más da! El próximo lunes comenzará el régimen de nuevo. Las gallinas que no ponen y no ganamos ni para el pienso. A este paso vamos a tener que comer los caracoles que se pasean por delante del gallinero, eso si llueve, que tampoco está muy claro. Bien chicos ahí os quedais que me esperan el conejo. Don Luis esboza una sonrisa mientras detiene la mirada sobre el límite del ancho delantal, sobre la rodilla. El otro, desganado, pero siguiendo también la mirada del renco. Ay, ay, ay dice la rellena al darse cuenta malpensados! se aleja diciendo

Buenas tardes doctora, dice don Luis desde dentro, desde la penumbra del garaje, al verla cruzar ante la puerta. Va acompañada por un hombre de baja estatura, muy moreno, tocado con un blanco turbante. ¡ Good afternoon ! Dice en ingles el acompañante de la doctora para seguir preguntando a continuación ¿What is that?.Dentro se mueven, hindú pronuncia don Luis. Eso mismo, le apoyan los demás. ¿What is this machine? - el moreno. La doctora le explica que se trata de una máquina descascarilladora de almendras. El pequeño desea ver como funciona cuando don Luis le complace con un ruido infernal, al poner la máquina en funcionamiento. Doctor, tell me frankly, what is your opinion but in simple plai words, hablo la doctora. Very interesting, but I nearly fainted with fright, replicó el hindú. Dice que es muy interesante, pero le ha dado miedo, tradujo riendo. You, you, intentó don Luis para epatar a los presentes, you, you repitió sin llegar a conseguir nada. Veis siguió, como se hacen los negocios. Podríamos exportar máquinas a la India. Si es que los españoles no pensamos. Aquí venga impuestos, te dan un número de matrícula y te tocó el gordo, fichado para toda la vida. A ver cuantos españoles vamos a un pueblo perdido de la India. Así va todo ¡hala!. Cada uno a barrer para dentro. Los demás esperando el chaparrón de nuevo, que si las milésimas, que si los ejes, que si aquel ingeniero tan burro, que si... pero no. El inglés se le había atascado, you, you understand, you me, do you, sin poder terminar la frase.


Hoy ha aparecido Salvador. Está casi siempre, pese a las escapadas, tranquilo, reposado, con la esperanza cierta de la cosecha de cada año. Qué muchachos, que si no entendeis nada y me mezclais unas almendras con otras, que tal y que cual. Los de la ciudad no entendéis nada sigue socarrón, tostadas en la tienda sí, pero estas, no sabeis ni lo que son. Seguro que no habeis plantado un árbol en toda vuestra miserable vida. Vosotros vivís para el coche, bien grande, para que se vea. Dos millones rodando por la calle, envueltos en latas, plásticos y cuatro ruedas. Cómo puede ir bien este País. Madre mía, madre mía, que yo heredé la mula de mi padre y hasta hace muy poco labraba con ella.. Ahora todo el mundo tiene coche, pero muchos de ellos, ni comen. Si abrieran las puertas de las ciudades, os vendríais todos para acá. Bueno qué, ¿tomamos un yogurt o alguno de vosotros prefiere un cortado?.Mira este, responde don Luis, nos afea la vida de la ciudad y merienda yogoures. No le apetecen a nadie. Ni los plátanos tampoco. Pero ni chorizos ni jamón, bien pues cortado. Menos don Luis que tomará coca-cola, pero que no esté demasiado fría. Salvador va arriba y abajo, pinchando con sus puyas a unos y otros, para sacar verdades de mentiras, afirmando y negando apoyado en su irónico gracejo. Qué sabios son, en su ignorancia, los campesinos y que aplastante es su lógica. Tienen las matemáticas más claras que Thales de Mileto y Pitágoras juntos, más que los ministros de Hacienda, a quienes no les cuadran nunca los números, por más planes económicos que diseñan. El secreto está en la microeconomía, termina por decir Salvador. Los que se equivocan, lo hacen así, porque administran caudales que no son suyos. ¡Chapeau


Hoy estamos todos reunidos. Hay risas y algarabía. Los gatos no paran los pobres, sacos para allá, cubos para acá, almendras acullá, el ruido infernal de la ruidosa máquina sin parar, el sonoro restregar de las cáscaras de almendra, sobre la seca húmeda madera de la enorme mesa y el incesante tintineo en los sacos, como monedas de cobre, siempre unas sobre otras. Redes a este lado, toma este cubo y deja ese, y la tarde pasando hasta el nuevo anochecer. La dirección prohibida del más joven, hacia la casita de la vecina de veraneo, que se insinúa a colación irónica y continua, y anda que no se nota. Que si la bicicleta cruza por delante de la puerta del jardín o bajo el balcón, la señora en bikini al sol de la terraza, de un deseado y nuevo verano. Ay, ay, ay.que vamos a tener que vigilarte. La piscina, las intentonas por enseñarle a montar en bicicleta, (ella insiste en que lo hace mal). La morrada que se dio anteayer al soltarla del sillín, en tanto que su marido, ausente y perdiendo el tiempo en el bosque cercano, haciendo fotografías a las arañas. Llega José con el remolque del tractor rebosante de las esperadas almendras; toma almendras, toma ironía. Qué bien se está por la mañana en la piscina, a primera hora, con poca gente, sin el corretear lloroso de los niños. Que tu, que yo, que nos bañamos, que me sostienes ¡cuan fría está a esta hora el agua! Por la tarde otra vez lo mismo, como cada verano, hasta que pase el verano...


Hasta cuando sufrirá el menos viejo, para mantener su estabilidad emocional, en un juego que gana y pierde, perdido del todo. Qué hacer, qué no hacer. Aquella gente que no te llama, dijeron que sí pero no. Vamos a entrar en Septiembre sin encontrar un trabajo, el chico sin colegio, la mujer con su entereza de mujer, pero sin dejar el sufrimiento. Ya pronto, ni almendras para perder las tardes, las largas tardes de un invierno que seguirán el próximo verano si Dios no lo remedia. Entre tanto el taca, taca de su vieja máquina de escribir. Hoy faltan folios y mañana faltará cinta. Ayer faltó papel carbón. ¿Qué cosa faltará pasado mañana?

Pero ya están aquí “ las cloqueras “, la María, su hija, la mujer de don Luis, con su eterno reúma que le sirve y lo usa para meter baza en la conversación, la esposa de Salvador, que no ve nada la pobre y que se desvive por todos, gato aquí, gato allá, ay estos gatos ¡ fuera ¡ ¡fuera ¡. Todos tienen razón, lo más importante es pasar el rato; dejar que el tiempo pase. Si Salvador se destapa con una docena de huevos, pues eso tenemos. Esta gente, dice don Luis, con el gallinero, como no les cuesta nada, ve ahí. Cuando vendan la cosecha se comprarán un tractor nuevo o una furgoneta, pero el caso es llorar, llorar siempre, como una sana costumbre, como una sabia terapia, que compensa de todos los esfuerzos. Si el estómago está lleno, todo está lleno. Y tú, le dice Salvador al menos viejo, por Semana Santa vete preparando, pues tu mujer se llama Dolores. Ignora que al menos viejo, ni papel carbón le queda. Los días pasarán pero mira le dice Salvador, todo se arreglará. La bezuda mujer de don Luis arruga el morro, pensando en la posibilidad de que, el hoy triste y decepcionado, se zafe de su situación actual. Ella que ahora está haciendo obras en la vieja casona que compró hace un año con un préstamo del Banco. Pero ella cree, que el secreto a voces, no lo conoce nadie. Esta tarde se ha traído embutido, con la supuesta intención de demostrarnos quienes son los más ricos. Que quede bien claro. El más joven sonrie, empalagosa piensa .Por un trozo de embutido, la marquesa esta. Esto si que es bueno y no el yogour para niños, termina por decir don Luis, en un claro intento por apoyar la actitud de su esposa. Hasta las moscas y los mosquitos de la parra situada ante la gran entrada, lo probaron mientras abajo en el viejísimo tronco ya brillaba escondida la luciérnaga. Hoy ya no cenaremos avanzó don Luis intentando atusar su escaso bigotito.


La hija de la señora María, ancha ella, se enfrentaba a uno de los compradores de sus conejos. El cliente le reclamaba las guías de Sanidad. Pues bueno hombre ya te las prepararé mañana. Si ya nadie me las pide. Cuando el cliente se va, cargada su furgoneta de conejos dice, este es muy listo, me exige las guías y luego vende conejos de otros, con las que yo le doy; se las daré cuando yo quiera.


La máquina y don Luis. Cuidado con meter las manos por la parte de arriba, que os pilla los dedos. Por no sacar los restos de las ramas, la máquina se atranca y es necesario pararla. Ya podían haber hecho las placas de caucho en lugar de metálicas, los burros estos, sigue aleccionando a los demás, ese líder que lo resuelve todo. No harían tanto ruido y trabajaríamos mejor. Ya ves tu, un motor, cuatro placas de hierro. Hay gente que tiene una potra. ¡ Ingenieros ¡
Se presenta Salvador. Comed almendras, comed, no os las terminareis. Picadlas, picadlas que hay que hacer “panellets “ además de garrapiñadas. En ese mismo instante, don Luis y señora, ya tienen la bolsa de plástico llena, detrás de un saco, bajo la mesa, detrás del montón de las duras pieles secas y verdes. La han estado llenando un poco más cada día, al final la llenan tanto, que el asa de plástico termina por romperse. Es lo mismo, ponemos otra por encima como una funda y se acabó el problema. Total mañana, volveremos a empezar. Tendremos almendras hasta la Pascua ¿Y la otra bolsa? ¡Ah! bueno. Salvador les ha regalado un conejo pero la pareja, no quiere que lo sepamos los demás. Como dice el propio don Luis, el renco, “ que burros “. Los demás lo tenemos ya en casa.


Esta tarde, nos ha visitado la señora Pilar, la mujer del “Medioduro”, que viene haciendo la misma labor en su casa. ¡Coñu¡ dice, así cualquiera. Ya podíais venir a casa a ayudarme. Hay gente que tiene suerte, y los demás, que se fastidien ¿ Cómo puede ir bien este País?- pregunta -. Mira la María, rodeada de juventud y métele. Qué quieres decir con eso de métele saltó la otra marquesa, Cuidado ¡eh!, cuidado porque soy la consuegra de Salvador. No fastidiemos. Bueno mujer, ya me entiendes. Pero “coñu “ mejor es estar acompañada. Tranquilas mujeres, tranquilas, medió Salvador, en tanto señalaba al más joven, que éste, tiene la dirección prohibida para el otro lado, al señalar la casa de la vecina de vacaciones. “Coñu” que el otro día, siguió la Pilar, vino a por mi marido para que le regara el jardín. Ay, ay, ay, que a estas de la ciudad vamos a tener que vigilarlas, que van muy descansadas ¿ Qué dices? –exclamó Salvador con una interminable sonrisa - ¡ será por centinelas!
Pues bueno, todos tenían huevos y conejos, así que haya paz y después gloria. Tranquilos muchachos, tranquilos, que todo se va a arreglar. Y a continuación, nos ofrece prestado un trozo de tierra, para sembrar patatas. Qué sabemos nosotros de eso; pues nada. No hay que saber nada, yo os compro la simiente “canabec” y os enseño a cultivarlas, que no os cuesta nada. Tranquilos chicos que patatas no faltarán. Ni almendras, remató don Luis al tiempo de cargar con su bolsa.


Tarde y lluvia. Pues bueno, aquí estamos. Para descascarillar, no tenemos ningún problema. Aparta eso, levanta aquí, baja el saco y llena el cubo. Y poco más tarde, sentados y a criticar ¡que bien! Las pagan a sesenta el Kg, y el año pasado, se pagaron a 120. Mercado Común, Comunidad Económica Europea, para qué nos sirve a nosotros remata don Luis. Claro como si las almendras fueran de su exclusiva propiedad. Ahí al lado han tenido que vender las cuatro vacas que tenían; por exceso de producción de leche.
Hace acto de presencia la maciza, exultante ella, con el delantal como un parasol prendido alrededor de sus oscilantes caderas, con un conejo asido por las largas orejotas. Venga fuera los gatos ¡zas! el conejo despanzurrado. Dejaos de bromas que la realidad es otra; no hay más sol que el que nos alumbra, menos hoy, que está nublado


Hoy es viernes. Cruza el coche rojo. Mira, mira, la vecina ya la tenemos aquí. Nada, que no, ni bicicleta, ni piscina ni nada de nada. Y el menos viejo al que todos miran, sigue estando ausente e intemporal. Ël sigue y seguirá inmerso en el frío vacío de su alma rota. Digno hasta donde los demás merecen su dignidad, que no está aquí por el conejo y los huevos, lo saben todos y lo entienden. Pobre muchacho dice Salvador, irónica pero también paternalmente. Todo se arreglará, no te preocupes. Que nos leas lo que estás escribiendo, aquel cuento o bien la novela, o quizás los otros cuentos, lo que tu quieras. El chico les mira, mejor, les observa con el temor de llegar a ser mal interpretado, con la certidumbre de que no están entendiendo nada, pero con la certeza del cabreo que van a sentir cada uno de ellos, si llegan a leer algún día, todo cuanto escribe. Todavía sigue anclado en la creencia de no llegar a interesar a nadie. Claro que, si lo compraran los tres millones de parados que hay en este País menudo éxito editorial. Un éxito difícilmente alcanzable, pues los que no comen no están en condiciones de leer. No importa piensa, mientras esboza una enigmática e incomprensible sonrisa, sin esperar la comprensión de los reunidos, que ni el mismo desea que comprendan. Pero no puede dejar de imaginarse, la cara que se les iba a poner cuando se vieran tan bien retratados, en un escrito, en un libro como los principales personajes de un libro, o del simple capítulo de un libro.


Esta idea le producía una satisfacción indescriptible, una compensación de todas las sandeces que lleva soportando durante tantos meses, como una íntima venganza solapada, secreta, y todavía más; incruenta. Mientras, permanece con su expresión intemporal, ausente, en tanto le observan sin llegar a comprender, que cosa piensa, pues ellos ignoran todo de ellos mismos y la perspectiva, desde el ángulo irónico también, con el que el menos joven, les contempla. Sigue pensando si será cierto que los unos y los otros, llegarán a ser capaces de penetrar de verdad, en la esencia de su propio ser. En definitiva, en el desconocimiento de nuestra propia realidad.. Una realidad cotidiana, que debería ser cierta, pero pocas veces lo es.
Tú te ves así, yo te veo distinto pues la imagen que proyectas, nada tiene que ver con la idea que nos hemos formado uno del otro. Muy a pesar de la psicología, seguimos sin conocernos – sin querer conocernos – de verdad, para seguir siendo desconocidos por todos cuantos nos rodean. Es por este motivo que los locos nos parecen genios, los genios nos parecen locos, mientras sin exclusión, todos terminamos rondando los límites de la locura, y es por eso que, algunos inteligentes no pasaron la educación primaria, y otros menos inteligentes, pontifican (pontificamos) sin temor a errar. Por este motivo, Salvador es uno de ellos; su sentido común y su forma de entender la vida, es todo un amplio compendio de una real escuela filosófica. De otra parte, el mismo don Luis, es otro claro ejemplo, verticalmente opuesto a Salvador, con más formación, pero con más ignorancia también. La mayor parte de nosotros, individualmente, nos creemos que la verdad es de nuestro uso exclusivo, porque en nuestra locura somos el centro del universo mundo. Es por esta sencilla razón que, no entendemos, lo que no queremos entender.
Más, como dice la Señora María, qué joven estás y que moreno, y como dice su hija, no hay más sol que el que nos alumbra, y ¡ coñu ! como dice la mujer del Medioduro, qué bien se está acompañado. Y decir por decir, que buena la filosofía de estos gatos que siguen ronroneando; impertérritos ellos... Pero ¡ por Dios!, sigue pensando el menos viejo, el pretendido escritor, ¡ Que no se acaben las almendras!

Las avellanas, los higos, las ciruelas, las naranjas, las bananas, las manzanas y los mangos entre otras, son las frutas que más me gustan, comentaba Salvador sentado sobre el amplio asiento situado ante el volante del tractor.
Anda, más posibilidades. ? Debe ser cierto que no entendemos nada.


RobertBoresLuís
P.de A. 1994
De: Mis cuentos rurales.

domingo, septiembre 07, 2008

UN BENEFICIO ESCASO

Un día, un herrero forjador de aceros y restaurador de armas, para llenar un poco más su escasa bolsa de beneficios, decidió comprar y vender todo tipo de armas de fuego.
Con la intención de conseguir dos nuevos clientes, aceptó la invitación de un grupo de cazadores, para tomar parte en un partida de caza mayor, de jabalí concretamente. Con esa intención y decidido a cerrar la venta, prestó una escopeta de dos cañones, a los miembros del conocido coto.
El hombre serio y responsable, les aseguró que, aunque las armas parecían usadas, ambas gozaban de una gran precisión. Algunos de los presentes se mostraron dudosos, pues la apariencia de las escopetas no les pareció nueva en demasía.
Sea como fuere, una fría mañana del mes de Octubre cuando se abrió la veda, se inició la primera tentativa de lo que ellos llamaban el “acecho.” El herrero en su puesto, situado al final de una larga y estrecha senda cercana a una cañada, sin ninguna clase de interés por la cacería, solamente esperaba el retenido retumbar de los disparos, como testimonio del buen funcionamiento de las mencionadas armas.
En tanto que seguía esperando, mordido ya por la impaciencia, llenando la atronadora montaña para sorprenderle, retronaron los primeros tiros. Poco más tarde cuando inesperadamente, el torvisco que le rodeaba se desguazó, apareció ante él un enorme jabalí, envuelto en una hiriente barahúnda.
Ante el furioso animal logró zafarse con tanta suerte, que consiguió encaramarse a una de las recias ramas de un pino cercano. En tanto que por motivos de seguridad personal, su otra arma permanecía apoyada al pié del rugoso árbol, la bestia atizó el tronco, hasta el extremo de marcar un claro navajazo mientras el esmuñido, sufría el balanceo del pino sin apartar la asustada mirada del envite fragoroso del corpulento y negro macho herido, el cual rodeaba la cepa de puro cuajo, un metro más abajo.
¡ Boom ! – oyó – al tiempo que la seca pinocha – le cubría toda la cabeza.
¿Qué había pasado ?- se preguntó. Pues que el jabalí con una `pata, había pisado sobre uno
de los gatillos de la segunda escopeta la cual, hasta ese momento, seguía apoyada sobre el tronco del árbol.
Después, rodeados de un ruidoso tropel de compañeros y perros que huyeron en persecución del cerdo salvaje, se hicieron presentes tres cazadores. Enseguida, se descolgó el herrero de la cimbreante rama, al tiempo que el grupo de recién llegados dieron en descubrir la sangre que le cubría la espalda.
.-- ¿ Qué ha pasado ? – preguntó, no sin sorpresa -el más próximo.
-- Nada... dijo el herrero - me ha disparado el jabalí...
--¡ No me fastidies !
--Ya os lo dije, la escopetas son de calidad – habló el forjador. Descreídos, aquí tenéis la prueba señaló - mientras mostraba la ensangrentada espalda.
Al día siguiente, un cazador de otra asociación de cazadores, le preguntó: ¿Qué, has vendido bien las escopetas ?
--, No demasiado. Menos mal que acerté...cuando... se me ocurrió cambiar los cartuchos de posta.


Robert Bores Luís
P. de A.-14-11-97
De “ Mis cuentos rurales “