domingo, diciembre 14, 2008

A JOSE MARÍA BERENGUER

EN EL OLIMPO BALEAR DONDE REPOSAS
TU ALMA CONFORMADA SE SERENA
LUEGO DE CIEN BATALLAS PROCELOSAS
EL MAR DE TU EXISTIR GOZA Y SE LLENA.

NO LLORARÁ EL ALMENDRO SI TE MARCHAS
NI OLVIDARÁN TU NOMBRE LOS CEREZOS
NI EL ARRULLO DEL PÁJARO EN LAS RAMAS
HA DE ACALLAR EL ECO DE TUS REZOS.

ABRAZA VEHEMENTE EL UNIVERSO
DE TU VIVIR SERENADO Y PROFUNDO
LA DULCE TÓRTOLA RAPSODA DE TU VERSO
HA VOLADO TAN SÓLO MEDIO MUNDO.

LA SENDA RECORRIDA ES TU VERDAD
MÁS CUANDO ACABE EL VUELO ,
AHÍTA DE UN VALOR DE ETERNIDAD ,
TU HUELLA ETERNA, SEGUIRÁ EN EL SUELO

_____________________________________

ESA LUZ DE ATARDECER
QUE EN TU ALMA SE DESTILA
SIEMPRE TE DEJARÁ VER
BRILLOS DE UN AMANECER
QUE ENAMOREN TU PUPILA.

ESA MORADA TRANQUILA
DONDE LATE TU PASIÓN
AUN CON PETALOS CAÍDOS
MÚSICA EN TU CORAZÓN
ES CONCIERTO EN TUS OIDOS.

FLORES QUE ENVOLVIÓ EL ROCÍO
POR CUBRIRLAS DE QUIETUD
LA VIDA, DULCE AMORÍO
PUESTA EN PROCELOSO RÍO
COMO UN SUEÑO EN JUVENTUD.

YA INTENTA CEDER EL VIENTO
MAS GUARDAS TODAVÍA
INDOMABLE EN TU PECHO
LA SALVAJE PORFÍA
DE TODO CUANTO HAS HECHO

GUERRERO DE PAZ VESTIDO
HASTA EL ÚLTIMO TRECHO
ALTIVO AFÁN QUE LUCHA
SIN CEDER EN LA ESPERA ;
! TUYA ES LA PRIMAVERA.¡

viernes, diciembre 05, 2008

VIVIR CON LOS PIES EN LA TIERRA

Muy estimados lectores: Les anticipo que, este escrito, no trata de figurar (ninguno de mis escritos lo intenta) entre las numerosas obras que han sido escritas por destacados psicólogos y sociólogos. El nombre que figura en todos mis escritos, es un pseudónimo por lo cual, mi verdadero nombre, le conoce muy poca gente. Seguramente por la certeza y la escasa convicción de mi propia valía, pero también por honrar su recuerdo, decidí usar los nombres y apellido, de mis abuelos maternos y paternos.
Me arriesgo a expresar mi opinión si bien, me abstengo de calificarla, como un mero consejo de auto-ayuda. Los consejos se dan bien pero hay que saber cuánto duele una muela; por ejemplo. Pero usted, estimado lector, ya sabe que por muchos consejos que reciba, no sabrá cómo y cuánto duele una muela, hasta el momento del padecimiento en el trascurso de ese doloroso trance.
Por ello es necesario entender los consejos desde el principio, la finalidad de los mismos, y el consiguiente mensaje. Casi siempre exceptuando de entrada, las desgracias súbitas e inesperadas, que las hay, las cuales pueden ser merecedoras de un consejo, imprescindible casi siempre de consuelo, con el necesario equilibrio, a fin de contribuir a paliar el lacerante dolor sufrido en todo trance desgraciado.
Pero, más allá de los consejos y de las propias desgracias, ¿qué es la felicidad? me pregunto. Les ruego que lean detenidamente cuanto de breve, tiene el siguiente ejemplo de infelicidad.
Conozco a una pareja. Trabajan los dos y habitan una vivienda de nivel superior en un barrio selecto, vivienda que es propiedad de los padres de la muchacha. Ambos son muy jóvenes, son padres de una niña, que ha nacido sin taras genéticas, sin enfermedades, con algún constipado y poco más.
Los abuelos tampoco sufren enfermedades, salvo algo de reuma, hipertensión no excesiva y es posible que con algo de azúcar en sangre, de todo lo cual no tengo constancia ni necesito tenerla, por su muy avanzada edad. Estos mayores son los padres de la joven, los cuales le entregan dos mil euros cada mes, Los padres de su marido colaboran con la misma cantidad, es decir, perciben cuatro mil euros en total Si se han sorprendido, como me imagino, siéntense en un lugar seguro.
El padre de la niña, obtiene de su trabajo, dos mil trescientos euros al mes. La madre cobra otros mil quinientos. Al propio tiempo, los dos abuelos, les abonan el alquiler de la vivienda.
El muchacho está frustrado, vive sin vivir en él, como diría Santa Teresa de Jesús, porque no ha podido comprarse un “Rolex de oro”. Yo, que intento ser imaginativo, supongo que alguien de su alrededor luce ese modelo de reloj. Como quiera que ya han transcurrido algunos años desde esta singular anécdota, supongo que ahora irá por ahí luciendo ese original reloj.
En la situación de este afortunado joven, felizmente casado con una muñeca de mi unidad familiar, este pendón que soy yo, que luce un reloj de cinco con noventa y nueve euros, (mi nieto no me lo aceptó) ni anillo de oro el cual estoy autorizado a llevar por mi propio escudo de armas por cierto, ni pluma de oro, ni gemelos de oro, ni encendedor de oro. Ni muelas de oro (bueno una sí).
Y qué sería. Más guapo, más alto, más fuerte, más inteligente o talvez, más idiota. Seguramente ya saben ustedes que los antiguos griegos llamaban “idiotes” a sus coetáneos que llevaban los bolsillos llenos de monedas, supongo que lo decían por lo que pesaban entonces sus monedas.
Me pregunto qué es la felicidad. Y tengo que responderme que, la felicidad no es eso. Estoy convencido de que la felicidad, no es dinero. Hay estudios que aseguran que, la diferencia de felicidad entre un pobre y un rico, varía en poco más de un doce por ciento.. Es decir, al tener lo necesario, (lo necesario en muchos casos es excesivamente excesivo), todo lo demás, no aumenta el grado de felicidad. Incluso mucha riqueza hace infeliz, según parece.
Mire a su alrededor. Si por que usted va en un Mercedes, por nombrar una sola marca, piensa que la envidia de los demás hacia usted, le hace más rico, es entonces cuando empezamos a equivocarnos. Sepa, se lo digo por si no se ha dado cuenta, que cuando atraque su barco de quinientos millones en el puerto, en cualquier puerto, atracará a su lado un yate de mil millones o más. Recuerde a aquel tan singular Diógenes. ¡Aparta que me quitas el sol! También mi admirado Tagore dijo algo como; “el pájaro, con demasiado oro, no consigue volar”
Se puede ser feliz, bueno, relativamente feliz. Tres de mis más ricos directores, junto al propietario de la Empresa, así lo certificaron. Si esa es su meta delante “asegure el futuro de sus nietos”
En muchas ocasiones, los más pobres, son los más ricos en serenidad de espíritu. No necesitan aire acondicionado, les basta la sombra de un pino. No les hace ninguna falta epatar a nadie. Se sienten vivos, debajo del árbol, siguen teniendo los pies sobre la tierra. Disfrutan de lo inmediato, lo que está al lado, aunque solo cubran sus necesidades más perentorias, una urgencias que no siempre lo son. De otra parte, por si les toca la quiniela, suelen tener la lista de aquellos a los que podrán ayudar. Si ustedes me han leído antes de ahora tal vez recuerden que he dicho que los jóvenes de hoy, tienen un exceso de juguetes. Los maduros también.
He ahí las enormes diferencias éticas y sociales, al parecer insalvables, de nuestro mundo genial. Con felicidad o sin ella; unos tanto y otros tan poco



Robert Bores Luís
5 – 07 - 2004

domingo, noviembre 30, 2008

NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE (Breve cuento de Navidad)

Se acercaba la Navidad pero él no lo sabía. Seguía sin entender por qué brillaban tanto las luces de aquella tan conocida Avenida que recordaba casi siempre oscura. Sólo fue capaz de reconocer el irisado resplandor del lujoso escaparate de una joyería. Una lujosa tienda, de espaldas a la cual, su madre le mantenía sujeto y basculando, entre sus ya no tan robustos brazos.
Lloraba. Lloraba porque, con una temperatura de cinco grados bajo cero, tenía que llorar. Pero no cesaba de repetir el sugerente y nervioso tic, tac, de un imaginado y muy deseado reloj. Un reloj que seguía midiendo interminablemente, los segundos de su incontenible, y a la vez, ilusionada esperanza.
El propietario de la joyería, había intentado en dos ocasiones, que la mujer abandonara su puesto de mendicidad, sin conseguir evitar su continuado retorno. El frío como el tic, tac, de un ficticio reloj del niño, seguía llenando de desesperanza a la todavía joven madre. Los ocasionales compradores de joyas y relojes, entraban sin dejar de sonreír, salían sin dejar de sonreír, felices, ajenos al menor sentimiento de caridad.
Entretanto, Jorge, el abuelo de un nieto que jugaba de portero en un equipo escolar de jokey, acababa de comprar en un supermercado cercano, dos relojes de una singular e inesperada oferta, por 5´99 euros cada uno. Seguramente procedían de excedentes de una serie de modelos no vendidos. Ambos equipados, con pila eléctrica, correa de cuero, manecillas fluorescentes y calendario. Era evidente que algún defecto debían de tener, pero lo cierto era que su presentación y funcionamiento - Jorge había seguido el recorrido de los segundos con su propio reloj - era muy exacto. Una económica solución, pensó, para su estimado y olvidadizo nieto, que era incapaz de desprenderse de su reloj cuando jugaba. Poco más tarde, si bien impensadamente, se detuvo ante el lujoso aparador de la joyería, mientras sonreía cínicamente, ante la enorme diferencia de precio que figuraba entre varios y muy prestigiosos modelos.
Con el niño en los brazos se acercó la inope cuando, el pequeño que no cesaba de sonreír, repetía su continuada letanía; tic, tac, tic.tac, tic tac. El abuelo, no sin sorprenderse, ante la inesperada actuación del imberbe, le acarició preguntando:
... .-¿Te gustan los relojes verdad?
....Tic, tac, tic, tac, - fué la respuesta del infante.
... . Toma, hijo mío, habló Jorge, al tiempo de sacar de su bolsillo, el reloj más pequeño; espero que te guste.
En ese mismo instante, reapareció el propietario de la joyería y, viendo el reloj, mientras Jorge trataba de colocarlo sobre la muñeca cubierta de lanoso puño de la manga del chiquillo, sentenció;
.... ¡No es oro todo lo que reluce!
..... Es bien cierto, le respondió Jorge. “Es de acero inoxidable”
El niño, sin dejar de mirar el brillante reloj, siguió repitiendo; tic, tac, tic, tac.
Su joven madre, incapaz de dar las gracias, con motivo de su intensa emoción... siguió llorando.


Robert Bores Luís
Navidad 2008

domingo, noviembre 23, 2008

EPIGRAMA CONFIDENCIAL

Voy caminando a ciegas, me parece,
por este mundo en que nada permanece.
Sigue la duda pesando y acontece.
Sigo creyendo en mi y en frío creo
pues no llego a creer en lo que creo.
Nada es ajeno al rayo y a la suerte
vivimos caminando hacia la muerte
encerrada la muerte en propia suerte.
Se caen las estrellas, queman flores,
se inundan las arterias de emociones
arden los bosques, saber por qué razones,
el fuego, no presenta soluciones.
Los pájaros cansados, ya no vuelan
los grillos agotados, ya no cantan ,
los perros ladradores ya no ladran
los hombres van perdidos, no se encuentran.
Son raros, inconscientes, los amores
y el dulce, edificante, olor de flores
se ha perdido, al final, entre añoranzas.
El niño ya no juega entre peonzas
pulsa y repulsa la pantalla fría
Así pasa la vida en ocasiones;
nunca más sentirá como sentía,
llenando su alma fría entre razones.
Razones sin razón ni alternativa
reo de confusión mental, preso de historia.

Sigo sintiendo encima la tortura
de una guerra que sigue interminable
una guerra de piedra, siempre dura,
y no encuentro razones razonables
que lleguen a endulzarme la amargura.
Qué ha hecho mi suerte para volverme amable,
esta suerte que ha envuelto con locura
el juvenil limón que he sido siempre.
Ando y me pierdo porque me pierdo siempre
siempre me pierdo porque, de andar
no paro, para perderme siempre.
Vale toda razón, menos la mía,
Y no paro de andar ¡ quién lo diría!
Quién comprende el jardín donde me encierro;
Este verde jardín que; huele a entierro.



Robert Bores Luís

domingo, noviembre 09, 2008

PARA SIEMPRE

Estimada Rosario: Hacía mucho tiempo que no sabíamos nada de ti. Hace unos días hablé con tu madre. Me dijo como padecías en este momento tan duro, tan malo, tan inesperado.
Recuerdo que, un lejano día, me confesaste que sufrías. Que padecías una soledad indescriptible, desconocida, aquella soledad que envuelve a la adolescente, una rara insatisfacción que todos hemos soportado en alguna ocasión y que tú, la traducías en esta corta frase: “yo soy el patito feo”.
Más tarde, mucho más tarde, no conseguiste gozar del amor. Te traicionaron y solamente conseguiste un acercamiento a un frío padecimiento. Ya sabes estimada, que hoy, del sexo, se dice hacer el amor. Todos los que te queremos o te venimos queriendo de verdad, conocemos y sabemos la diferencia. La verdad no es todo lo que nos produce placer, cualquier placer. La verdad no va unida a todo aquello que es bueno o bien nos parece bueno. El amor si es de verdad, no se convertirá en sexo y este, aunque forme parte de la existencia, nunca será amor.
Rosario estimada, quiero decirte una cosa que nunca he dicho a nadie. ¿Sabes por qué creo en Dios? En principio porque dudo de mi capacidad para imaginármelo ante las decisiones del homo sapiens sapiens, un hombre que, por ponerse derecho, ha conseguido que todo ser humano, termine padeciendo de dolor de espalda. Es cierto que, cuando tomó esa decisión, nada más era el homo pre-erectus.
La segunda razón, muy a pesar de no considerarme inteligente, me parecía del todo imposible, pues si Dios es justo, no puedo imaginarme que deje de intervenir con un golpe de gorra, cuando alguna cosa no la hacemos bien. Nos ha dado la libertad. Por este motivo creo, de acuerdo con el sentido de la exégesis (interpretación de la Biblia) el mismo Dios, de acuerdo con su compromiso de “potencia ordinata”, no puede hacer que un triángulo sea un cuadrado al mismo tiempo. Es su compromiso eterno; es su verdad.
Aquel primer imposible se ha convertido en inimaginable. No obstante, si he de admitir que la injusticia existe, con más razón, he de admitir que es evidente y meridiano al propio tiempo, ha de existir la justicia. La única justicia, la divina justicia; ahora si que creo del todo.
En tercer lugar, la pureza del alma, a pesar del homo sapiens de hoy mismo, la llevamos dentro del corazón; solamente necesitamos escuchar a nuestro prójimo, dar tan solo un beso, y todavía, algo tan sencillo como enjugar una lágrima. Y si alguno, piensa que escribo en diagonal, personalmente creo que El, también lo hace. ¡Cuántas veces hemos dado con una realidad que nos parecía mentira y viceversa!
Esta carta, estimada, Rosario, nada más tiene la intención de ayudarte, para que no pierdas la fé, para que sigas siendo fuerte, que no has dejado de serlo, y lo sabemos. No es la belleza exterior, que también la tienes, la belleza interior es la que cuenta, una belleza que no la has perdido. Para todos nosotros, tú, siempre has sido “un cisne blanco”. Te garantizo que para siempre.
Para siempre, aquel Dios mío, que creía imposible, que te estima, también te hará llegar el amor inmaculado de la justicia de su divinidad.
Esto te desea toda mi familia patito bello; te seguimos queriendo. No lo olvides
Tu amigo Robert Bores Luis

MORIR COMO UN PRÍNCIPE ( La confesión de un parado)

Amigo mío: no sé si me vas a poder perdonar, espero que sí, sobre todo porque no voy a revelar tu nombre, ni la Empresa, ni el cargo, ni tus estudios, como tampoco tu sabía experiencia. Solamente quiero reflejar la integridad de tu alma, el coraje de tu sangre, la altura de la serenidad de tu cerebro, poniendo de manifiesto cuanto me has contado, con unas letras, como resumen de tus palabras:
De qué forma atender los pagos. Y cómo subsistir. De donde sacar dinero racionalmente, urgente e ineludiblemente. De que manera abrir una puerta basculante, que te empuja hacia atrás, anclada en su rígido dintel, en su dramática posición de “cerrado” para mayores de cincuenta años. Sean quienes sean.
Pasar de todo o de casi todo a nada, sin transición, sin razones.¿No sé nada? ¿No soy nadie?. No merezco nada. ¿Ni una oportunidad siquiera?. Creo que sí...

La luz, la luz del amanecer, clara penumbra que alarga mi insomnio, se abrió, como en el siglo anterior, por todos los siglos venideros. Era yo, soy yo, seguiré siendo yo, como esa luz naciente, indestructible y perenne, cierta, en este nuevo amanecer. Sé que hay un sitio para mí, lugar intransferible de mi existencia, de mi fortaleza personal, y si queréis, mi castillo de naipes. Pero, en definitiva, mi castillo.
¿Y Dios qué? Sinceramente, si hace falta, os lo diré mil veces; Dios no tiene nada que ver en esto.

Ni quiero, ni puedo, ni debo. No me traicionaré. No me veréis colgado del árbol de a duda. Ni destrozado por el fusil de la ira. Ni mi paso se detendrá en la sombra de la desesperación. Yo soy yo. No he perdido nada de mí. Por eso, mi mañana, amanecerá de nuevo. Mi castillo de naipes seguirá erguido; no asistiréis a mi aparente derrota. Y lo más importante; seguiré siendo digno.

Aunque aquel trabajo indecente, me hacía más pobre de mi mismo, mi corazón, (o ni alma), se volvía más consciente, más conformado, más tenaz, para continuar sin infelicidades.
Pues, en definitiva, seguía decidido sin omisiones o reservas, a pasar cumpliendo honradamente mis principios, mis convicciones, el compromiso de la nueva circunstancia.

Más pobre de mi mismo, para vosotros, los que no veis o no queréis ver. Mi alma, mi corazón, todo mi ser, esta mierda rebozada en la mierda (que miráis indiferente), sigue siendo digna; sólo eso.


Tu amigo Robert Bores Luís

domingo, noviembre 02, 2008

LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN

En nuestros días se pretende minimizar la trascendental importancia de la asignatura de religión, el conjunto de creencias a cerca de la divinidad, el mar de sentimientos de las normas morales así como las practicas derivadas de dichas creencias. La obligación de conciencia del cumplimiento de un deber de la católica revelada por Jesucristo o bien la que funda las relaciones del hombre con la divinidad de la misma naturaleza de las cosas.
Quizá sea la teología del dolor, el dolor tenue y sordo que nada tiene que ver con el concepto de jansenismo que exagera, la influencia de la gracia divina para obrar el bien, con mengua de la libertad humana. Está claro que, todas las religiones, engloban el sentido de la fé; creer o no creer, de la moral; la calidad de las acciones humanas que las hace buenas y de la ética; parte de la filosofía que trata de la moral, de las obligaciones del hombre ético, entendida como moralista. Existe también la teología ascética, parte integrante que se refiere, con absoluta renuncia de lo material, al ejercicio de las virtudes.
Religión es pues, fé, moral y ética. La frontera entre creer y no creer es delgadísima, por eso muchos creen o creemos, sin saber que creen. La conciencia del hombre es el referente humano. No podemos ni debemos, ignorar esta valiosa y substancial diferencia, que nos separa del mundo irracional. “Somos lo que hacemos cada día”, nos dejó escrito Aristóteles. Una clara expresión que hace referencia a la conciencia.
Sigo creyendo que, la religión, es la columna principal del frágil edificio humano y que no se llegará a la virtualidad humana sin el desarrollo de la psique. Todos los problemas personales y vivenciales son, sin excepción, el resultado sin culminación, de ese componente y determinante componente humano. La materia prima de la responsabilidad personal y colectiva, que debe poseer (y que posee) todo ser pensante.
Pero, si la religión engloba todo el sentido, por qué razón tenemos que prescindir de ella. No es cierto que el genero humano no es creyente. No se lo creen ni los que dicen ser ateos. Ser ético y moral no significa tener que vivir acongojado. Solo significa seguir el camino para el que hemos sido creados, por muchos desniveles, surcos y avalanchas que podamos encontrar en ese difícil y en muchas ocasiones, doloroso e interminable caminar.
¿Qué sabemos nosotros fuera de las matemáticas, la física y la química?
Los mil inventos de ahora mismo, tienen menos importancia que el invento de la rueda y de las sábanas, digo yo. Eso sí fueron creaciones, no lo de ahora que, con todo, en la mayoría de casos, siguen siendo adaptaciones; adaptaciones materiales, claro. Seguimos sin entender nada, todavía peor; seguimos sin querer entender nada, para no darnos cuenta de que, no sabemos nada.
Solamente nos queda esperar. No mucho. Y digo no mucho porque según vamos adelante, estamos continuamente yendo para atrás. Si fuéramos éticos de verdad, si diéramos en pensar en nuestra triste realidad de hombres incompletos, no seguiríamos en este mundo para pavonear sin ser pavos, insistiendo en seguir creyéndonos perfectos.
Somos los reyes del mambo, de la crema facial, del coche lujoso, del reloj de oro y...del cerebro vacío. ¿ No han escuchado Uds., delante de un micrófono, a una destacada política, a quién llaman la risitas, decir: “ Con ocho mil euros al mes, no llego a fin de mes?” Cuando sus oyentes – ahora todos tienen una radio o bien, un viejo televisor – casi siempre del vecino – disfrutan de unos ingresos de trescientos euros el mismo mes. Estos no la votarán, estos, ni siquiera votan.
Seguimos persiguiendo lo concreto, buscando lo propicio, lo favoreciente, lo material derivado de cinco sentidos de impulsos primitivos hacia logros connaturales. Poseemos las notas de una música incapaz de componer una melodía.
Deberíamos soñar con más frecuencia, con más intensidad de pureza hasta lograr un sueño propicio a resonancias que han de marcar la serena pauta de un alma inmaterial; pero concreta. ¿ Alguien medianamente inteligente puede creer que estamos en esta bola, que ya se resquebraja, solo, y solos, para llenar el planeta de mísera materia plástica?

Robert Bores Luís
P.de A. 2008-11-01

domingo, octubre 19, 2008

A KIKO LEDGAR

Si naciste en la meseta
¡gigante de pié descalzo!
color marrón de maceta,
dónde tu altura se alzó?

Bajas dejando la sombra
de la frescura del árbol
para dar a la penumbra
la caricia de tu sol.

Espíritu de la sima
ínclito de color
que sembraste por la cima
los desgarros de tu amor.

Bajas dejando la sombra
de la frescura del árbol
para dar a la penumbra
la caricia de tu sol.

Cruzaste por la llanura
te perdiste en la montaña
tu estrellita peruana
se enciende cada mañana.

Los cóndores te acompañan
la llama te da calor
los ángeles te llevaban
con el permiso de Dios.

Bajaste llevando sombra
de la frescura del árbol,
para alumbrar la penumbra;
con la caricia del sol.


Robert Bores
P.de A.1-10-95

REGRESARÉ, ME DIJO

Sereno atardecer,
penumbra y sueño. Mi alma.
esperanzado empeño,
prolonga su silencio.
Hacia que nube estática
de ignota lejanía
se afana mi recuerdo.
Qué sombra de mi vida
alumbra la esperanza.
Se aproximó de pronto
el viento de un olvido.
Desde el silencio pregunté
fuerte, duro y altivo:
¿ A mí me buscas ?
Sí, a ti, me respondió;
regresaré me dijo
Un eco de cristal se fue perdido.
Recordando el vacío
mi realidad ya vive
de un verso que no he escrito.
Mi silencio de ahora,
se ha convertido en grito
Robert Bores Luís
De mi .”Epigramático

domingo, octubre 05, 2008

LA NOCHE... DETRÁS DEL DÍA

En un plácido rumor, el mar, ondula suave. El sol estalla sobre las olas para cubrirlas de tonos azules y verdes. El constante hormigueo de los bañistas sobre la arena son el testimonio de las huellas de un olvido inmediato.
Cuerpos ebúrneos encienden admiración y con su fría desnudez falso deseo. Caminan gentiles y retadores delante de la mirada aparentemente discreta de los observadores encanecidos. Se diría que los más jóvenes se mostraban como el único acontecimiento de la esencia de la vida. ¡Juventud divino tesoro!
Al propio tiempo la escasa belleza del cuerpo, en general imperfecta, parecía llenar también un día rutilante de molicie. Qué alegre discurrir del tiempo sin el tono plomizo de otros días. ¿Qué bella la vida?
Se diría que la felicidad lo llenaba absolutamente todo, igual que el marco de
la televisión en el preciso momento de ofrecer la parte agradable de una existencia dual y común, de una felicidad tan frágil como la seda. De una felicidad, que nos hace más infelices, cuanto más deseamos tenerla a nuestro lado
¡Mira como quema el sol! - le dice la madre al niño oligofrénico que pasea cogido de su manita. ¡Mira la mar! - sigue diciendo la madre mientras acerca al muñeco, hasta que sus pequeños pies terminan suavemente humedecidos por el suave lamido de las olas.
Madre joven, madre de cuerpo escultural, de ojos tan bellos de tan triste mirada ¡Oh Dios! cómo ha podido un cuerpo tan hermoso, después de un acto de amor, concebir este fementido fenómeno ¿Como será el amor de esta madre? El amor hacia su hijo.
No le preguntéis cómo es su amor. De qué manera ama a su hijo. Le ama más que a su propia vida. A pesar de la endurecida esperanza de un amor, pletórico y heroico, le ama con pasión sublime.
Eres un cerdo, se oye decir a la madre, cariñosa, tierna, y dulce mientras le asea en el lugar más insospechado, en el momento menos oportuno.
El sol ya se ha ido. El rumor del agua permanece alejado, Agua y sol son un recuerdo sobre la piel morena. El atardecer, más bochornoso. El instinto, despertando el deseo. La soledad, perdida en su silencio. La conciencia, deshaciendo el alma. La moral, hundida en el dolor de la huída imposible.
La mujer que conoció a un hombre cualquiera, (puede que ni siquiera un hombre) aquella luminosa mañana, esta noche, ha caído en el frío desierto de su largo desencanto, en la pérdida del equilibrio emocional que mantenía su dignidad.
En el largo y oscuro pasillo entre cristales, un estrépito de impotencia del niño que lanza un alarido, un grito que encierra toda la humana injusticia, un rugido del amante celoso en que se ha transfigurado, golpea la puerta de la habitación de la madre pugnando por abrirla, mientras grita: ¡Cerda! ¡cerda!...¡cerda!
¿Quién ha encendido un cerebro que no podía pensar? O mejor todavía, ¿quién ha podido encender aquel cerebro incapaz de pensar?


RobertBoresLuís
P.de A. 18-10-96

domingo, septiembre 28, 2008

DIALOGOS APARENTES

La cuñada tonta
Cuando una cuñada de T.J. Valvin, supo que el esposo de su hermana, se pasaba el día escribiendo dijo; ese se ha chalado. Cuando T.J.Valvin lo supo, se limitó a sonreír comprensivamente, sin preocuparse en averiguar cual de sus dos cuñadas había sido la autora de aquella opinión, no obstante aceptar que podía haber sido cualquiera de ellas, pues su nivel mental seguía mostrándose muy claro y evidente. T.J. Valvin entendía que el mundo literario resultara insondable para una inculta. Pero también entendió el alcance real de lo opinado por su cuñada. Sublimó la sensación con un repentino sentimiento de vacío.
Las ochenta y cinco cartas que T.J. Valvin desocupado, había escrito meticulosamente dirigidas a otras tantas empresas en demanda de un empleo, no habían obtenido respuesta. Decidió que no escribiría ninguna más. Lo que no deseaba de ninguna manera, era permanecer ocioso. Mucho antes de que su cuñada, admiradora incondicional de algunas escritoras del corazón, expresara su inesperada opinión, T.J.Valvin ya había decidido escribir, dedicarse a escribir para, entre otras razones, seguir manteniendo su inestable equilibrio emocional como una terapia última e indispensable.
Lo primero se dijo a sí mismo, es empezar. Todo lo demás, incluida la remota posibilidad de publicar sus escritos, no le importaba, consciente de que sus trabajos anteriores, seguirían su olvidado proceso sobre el anaquel de su muy estimada librería.
¿Todavía escribe? Seguía preguntando en tono despectivo la cuñada, en sus ocasionales visitas al domicilio de su cuñadísimo. Vaya, exclamó sorprendida, después de dos años de observar el garabateo sobre la blanca cuartilla número trescientos cincuenta.

Todo es relativo.

T.J. Valvin seguía con su actividad literaria, convencido de que el uso del diccionario de sinónimos y antónimos, acrecentaba su escaso conocimiento de la lengua muy a pesar de que, obsesionado en pulir las frases que escribía, no conseguía evitar alguna que otra falta de ortografía o prosodia. Más duro le resultaba el laborioso trabajo de teclear frase tras frase y folio tras folio. La incipiente miopía de su visión, dificultaba enormemente el ineludible proceso mecanográfico. Con todo T.J. Valvin, seguía frente a la máquina de escribir hora tras hora, día tras día, hasta que el dolor en la espalda se le hacía insoportable.
Dos días antes había leído la siguiente noticia en el periódico; “ El año pasado se editaron en España cuarenta y dos mil libros. “. Esta noticia le alentó a seguir con su tarea. Al propio tiempo su imaginación desbordada, se diluía en un desorden incontenible de posibilidades e imposibilidades, de sentido común y de obnubilación, de verdades y de mentiras.
Todo ello en un frenético diálogo vertiginoso surgido a borbotones en una anástrofe violenta. Apostó que dos o tres mil de aquellos libros, no tendrían ninguna posibilidad de difusión por ser obras vacías, literatura basura. Este sentimiento alentaba su particular idea de creación. Por ejemplo decía, mi cuento titulado la Ciudad de las Tinajas de Oro, sin conseguir ser premiado en la convocatoria a la que en su día presentó, seguía siendo un cuento que la productora Walt Disney podía haber convertido en una magnifica película de dibujos animados.
En su imaginación, el fascinante y sugerente colorido de los personajes del cuento, EL gigante nictálope, El gran ladrón del mundo, y el brillo de las Tinajas de Oro, seguían reluciendo fascinantes en un crepúsculo que era más que eso, ¡un amanecer de luces y colores! Sí, todo es relativo, se repetía, mientras un supuesto genio revoloteaba como un pícaro dentro del cerebro de T. J. Valvin. Y sin poder evitarlo volvía la página de su imaginación sin terminar de escribirla. Ah, la imaginación, la loca de la casa, sin cesar de rebotar en el interior de su castigado estuche óseo.


¡ Maldita!


Son las tres horas de una fría madrugada cuando Valvin se despierta con la intención de encender la lamparita de su mesita de noche. Lo piensa y desiste. Mejor es seguir en la penumbra, en un intento por conseguir dormir de nuevo. Le resulta del todo imposible. El verso que escribió ayer mismo, revolotea en su cerebro. Debo aclarar que Valvin no escribe, más bien garabatea sobre el papel todo cuanto le dicta una voz desconocida que mora dentro de él. Una voz no del todo extraña a la que, desde hace tiempo, ha comenzado a odiar. La poesía es de mi absoluta creación. No sé si es buena o no, pero tampoco me importa se dice. La rima sigue en su espiral interminable dentro de sus sesos. La recita obsesivamente una y otra vez. Al llegar al verso que dice “ en ellos no me mire “, la extraña voz que maltrata su dendritas, le sigue diciendo: pon un punto y coma al principio, si quieres...Lo dice como un suave susurro, insistentemente insidiosa, como un deseo sin deseo.
---¡ Maldita! ¡ Maldita! termina por decir Valvin. Deja de incordiarme, le grita
Es inútil. Es absolutamente inútil. Parece que se calla, la zorra, pero no enmudece. Permanece metida en el cerebro de Valvin con un suspiro persistente, inacabable, que le adormece en parte, pero que le mantiene en vilo. ¿Qué hago? Se pregunta en la intranquila duermevela. ¿Me levanto?. Me calzo las zapatillas y la bata y peregrino por el largo pasillo hasta mi estrecha y recóndita mesa de trabajo. La poesía es mía. Pero de inmediato, la voz se lanza sobre él, la voz desconocida, lacerante, inmisericorde:
---¿Tuya la poesía?. Tú eres incapaz de escribir sin mí.
---¡ Dios! Eres odiosa e inmoral, responde Valvin, en tanto evita despertar con su jadeo, a la esposa que yace placidamente a su lado.
---Y tu un vago, le responde apremiante. Te he dictado diez veces tres mil palabras, con las que podías haber escrito diez libros. Podrías volar, pero me parece que prefieres reptar. ¡ Eres un imbécil! , termina por decir la oculta voz.
---¿Qué insinuas?, responde Valvin. Ya sé que soy vago pero también que no merezco el premio Nóbel, ni el Cervantes, ni el Planeta.
---Ja, ja se ríe la zorra antes de callar.
---Menos mal, exclama Valvin. Podré por fín dormir.
Pero no, es otra de sus artimañas. La voz ha vuelto a usar la pausa fatídica para lacerarle con más intensidad:
---¿Tú premio Planeta? Desgraciado, concluye.


La vergüenza y la sin vergüenza.


Pero no, no quiere dejarle, no quiere que repose, como si le perteneciese a ella.
--- No ganarás premio alguno, ignorante, dice golpeándole en el centro de su amor propio.
Me levanto, verrás tú, habla Valvin arrastrando las erres. Llega al baño, enciende el calentador y remoja su cabeza mientras que el agua tibia resbala por detrás de sus orejas, hasta anegar la nuca como un somormujo para quedar sin respiración. El único remedio para librarse de la maldita voz, del eco maldito de su voz. Toma la toalla y dibuja un turbante sobre su atolondrada cabeza. Sí, se acalla, se adormece. Regresa del baño para encender un cigarrillo, que termina mojándose entre sus húmedos dedos. ¡Uf! Que mal huele este cenicero repleto de colillas. Le da un espurreo, como dice el dueño de la bodega de abajo, con el ambientador? Decide que no, que ya ventilará el mañana el despacho. Se vuelve a la cama. El carrillón suelta las cuatro notas melodiosas, quedas, sedantes, casi amables, de esta inquietante madrugada de T.J. Valvin.
Son las seis. Como ayer no durmió, hoy se acostó temprano. La vejiga le obliga a levantarse para decantar durante un largo rato por su prolongación elástica. Comienza a pensar que ha empezado en su cuerpo, lo que él ha dado en llamar “ el proceso de normalización, el decrépito biológico que nos iguala “.La mórula de su próstata debe de estar creciendo. Se inicia el proceso?
Como no estudió medicina, lo ignora. O hace que lo ignora?
Sin embargo a su alrededor, a sus amigos, se les escapa alguna referencia sobre este punto. Incluso le hacen preguntas indiscretas y directas. ¿Tu orinas mucho?. Y a ti que te importa. Y siguen preguntando, por la noche, por la noche. Lo que ocurre (sólo las desgracias ocurren) es que ayer por la tarde tomé una taza de té como cada día, por eso aumento la necesidad de micción.

---,La única necesidad que tienes, es la urgente necesidad de aprovechar el tiempo.
--- Maldita, estás aquí otra vez, para perturbar mi sueño
--- Eres como un niño, le dispara sin contemplaciones. Y sigue Te acostaste a las nueve y son las seis. Suerte tienes de poder dormir tantas horas, a tu edad, le recrimina. Eres un vago. No tienes vergüenza.
---Qué tendrá que ver la vergüenza con el sueño?
---Pues tiene mucho que ver. En primer lugar y, de forma ineludible, vives para realizarte, a lo cual te niegas. Te niegas rotundamente a cumplir la función que en este mundo te ha tocado asumir. Dices bien, sigue hablando la maldita, has comenzado el proceso de normalización como tú le llamas. El tiempo es cada día más importante para ti. La falta de tiempo, quiero decir.
---Tiempo para qué?
---Para qué va a ser. Para realizarte
---Si tu fueras una musa brillante y concisa, yo me realizaría sin tantos problemas psicológicos (paranoicos) como estoy soportando.
---Decididamente. No entiendes nada. ¿Es que no entiendes la importancia de la importancia?. Es la obra. Es la obra, pequeña, mediana o grande. Lo importante de verdad es realizarla sin más.
---Eres una sinvergüenza, ruge Valvin. Me estás condicionando con tus silogismos. Lo que pretendes es confundirme. Más, destruirme.
---¡Vago!
---¡ Insolente!
---¡Irresponsable!
---Loca tú. ¡Sinvergüenza!


Concurrir a un certamen literario.


---Para qué necesito yo obtener un premio literario? Ya dispongo de uno.
---Tu no necesitas nada. ¡Insensato!
---Bueno, ya estamos. Me has obligado a presentar un cuento a un concurso y no he obtenido nada.
---Has obtenido una medalla de plata hace treinta años, le corrige la insidiosa. Te parece poco obtener así, de entrada, un premio de un cincuenta por cierto.? Si no fueras tan vago.
---La culpa es toda tuya, replica Valvin. Eres una musa mediadora.
---Yo te dicté un cuento de dieciséis páginas para concursar en el apartado infantil. No has cumplido las bases de la convocatoria. Por un lado no llegas y por otro lado te pasas. ¿Qué cosa esperas obtener si no cumples las bases? Meter un tema infantil para el juvenil. A quién se le ocurre.
---Pero el cuento es bueno.
---El cuento en si, ni es bueno ni es malo. Lo sacas del contexto. No tienes opción.
---La culpa es tuya mediocre, larga cansado de aguantar.
---Qué cerril eres oye todavía, a lo lejos, en el fondo de su cabeza.
---Las editoriales premian a los escritores conocidos, por aquello de la mayor difusión.. Tendríamos que ser todos unos genios para publicar a la primera. Lo que deberían hacer las editoriales, es escribir cuatro letras a los mejores concursantes, con la valoración de la obra literaria por los miembros del jurado del premio, para saber a que atenernos en el futuro.
---¡ Ignorante!.
---Qué pasa ahora?
---Pero bueno tú quién eres. Sabes que Carmen Gómez Ojea se presentó a trece concursos en un año?. Te ha pasado por la imaginación el esfuerzo y el coraje que se precisan, para mantener esta batalla? Esperas un triunfo fulgurante y rápido. A ti te están esperando.
---Ella debe tener una musa mucho más lúcida.
---No, no, Carmen tiene ilusión; por eso ha conseguido la lucidez.
---Me aplastas maldita. Mil veces maldita.



El método.


Decididamente no podía contener su imaginación. Saltaba de un tema a otro, como un pájaro enjaulado, de un extremo a otro de la jaula de su cabeza, leve, rápido, continuo, acelerado, hacia donde se mezclan las historias, las palabras y las frases que componen esa palabras, incontenibles, confusas e inalcanzables. Sin llegar a fundirlas en un crisol, en una sola y única idea. En una trama fijada en la historia homogénea. A pesar de la temida presencia o intervención de la maldita, no escribía mejor sin ella, aunque ella era el delirio, el desasosiego, la inclemencia. La locura desencadenada por retener su voz, su eco, lo que dice su voz y de que modo lo dice. “ Confusión metafórica aparente “ ¿Qué me ha querido decir con esta frase?..”que desaparecerá con la práctica”...Loca.
De pronto, se da cuenta de la posibilidad de reconstruir el texto inicial, sublimar el esbozo, clarificar el sentido, suavizar los sustantivos y los adjetivos, usar sinónimos para lograr una mayor riqueza del lenguaje, una fluidez mucho más amena. No, no, se repite. Lo bueno si breve, dos veces bueno. Escribir como sale la frase de la cabeza. Repetir, tachar y tachar, no va con mi estilo.

---Nada de lo que cuesta esfuerzo, va contigo.
---Estás ahí de nuevo. Bien, bien.
---Estaré aquí siempre, hasta que concluya tu proceso de normalización, al que tu llamas decrepitud biológica.
---Ja, ja, se repite triunfante. Morirás conmigo. Nunca te separarás de mí., estoy seguro, seguirás a mi lado hasta perecer junto a mí. Mejor todavía, morirás en mi.
---Sigues sin separarte de tu ignorancia secular, Enmudeceré sin que, ni tu ni nadie, entienda cuándo y cómo. Ignorarás ese momento, ese instante fatídico en el curso del cual, has de quedarte solo.
---Qué felicidad. Cerrar mis oídos a tus palabras, a tus susurros. Desconectar las dendritas de mis neuronas como de un enchufe eléctrico que se desprende de una conexión absurda, mal realizada, para conseguir detener tus chispazos.
---Chico no aprendes nada. Eso que tu llamas chispazos, no son más que ramalazos sublimados de mi ingenio, los cuales te brindo gratuitamente, para tu futura gloria.
---Y qué me importa la gloria, te he repetido mil veces.
---¡Hipócrita!. Di la verdad, timorato. Acepta de una vez que tienes miedo.
---Miedo de ti?
---Miedo de ti mismo. Sientes un miedo cerval, capaz de oscurecer la totalidad de tu cerebro. Un miedo disuelto en la nebulosa de tu razón, inhibidor de tu débil voluntad.
---¡Ugg! Resuena el rugido de Valvin. Otra noche sin dormir, sin pegar un ojo. ¿Se puede saber quién eres tú?. Mi musa?, le grita despectivo.
---No, responde la raposa, la maldita. No soy tu musa. Ella te abandonó después de escribir tu primer libro. Volverá, si vuelve, cuando recuperes el valor, la confianza en ti mismo. Yo, soy tu conciencia.
--- Mi conciencia. Yo no tengo conciencia.
--- De verdad burro, resuena lejano un eco.
---¡Ugg!. podré conciliar el sueño al fin...
---¡Ja! El eco en la cabeza.

Alcanzar la gloria. Valvin la ve tan lejana como las galaxias en el azul oscuro gravitante de su aturdida cabeza. ¡Cuánta soledad! Cuánta zozobra. Y se pregunta por enésima vez ¿para qué la gloria? Por qué la gloria?

---Cabezón.
---¡Ugg!
---Sigues estancado. No se trata de la gloria. Realizar tu tarea simplemente, cumplir en el sitio en donde estás para justificar tu presencia en un Universo múltiple y fantástico del que, aunque no quieras, formas parte. Parte integrante. Te pusieron en él como una flor en el más sugerente campo de las ideas. No para estar, para florecer más bien.
---No te pongas cursi pesada.
---Te alimentas de suspensos y de ocio. Sueñas con poder vivir sin esfuerzo, sin trabajar, peor todavía, niegas tu coraje. Trabaja y olvídate del agradecimiento.
---Miedo verdad. Ahora soy miedoso.
---Más inconsciente, diría yo.
---Bien, bien. Y dime ¿qué cosa es la gloria?
---No te enteras chico. No es la gloria, es, el deber.
---Deber. A ver, diccionario.
---No seas retrógrado. Sé que lo sabes.
---Deber...estar obligado a algo por ley divina, natural o humana. Aquello a que está obligado el hombre por algún precepto, religioso o moral.
---Mejor buscas obligación, le interrumpe el susurro.
---Obligación. Buscar obligación dices.
---Obligación, no omisión, repite la crítica.
---¡Ugg! Obligación, vínculo que...
---No. La segunda acepción.
---Imposición moral que nos impele al cumplimiento del deber
---Bien, sigue, la quinta
---Obligación: carga, miramiento, reserva, o incumbencia inherente al estado,
dignidad. ¡Ugg!
---Borrico, ya descubriste la carga. Sigue.
---o condición de una persona. Persona: cualquier individuo..
---La segunda.
---Persona: supuesto inteligente..
---Pertinaz.
---¡Gracias!
---¡Qué dices! Busca pertinaz.
---Pertinaz: obstinado, terco---Maldita.
---¡Ja¡ ¡ja!...el eco en la cabeza.


Tozudo por pertinaz.


T.J.Valvin hecha chispas. Desconectar. Desconectar urgentemente de los chispazos provocados por la maligna voz, sea de la musa o de la conciencia. Eso tengo que hacer sin demora. Tozudo, obstinado, terco... la madre que te parió, tu y tus chispazos. La demencia, la senectud, la muerte es lo que me estás brindando.

---¡Ja!, en la cabeza, pero ahora, mucho más fuerte. Pertinaz suena como más positivo, más sugestivo, más real. Sugiere esfuerzo, no ofuscación, negatividad, molicie, suena sin pausa la voz.
Valvin se da la vuelta, gira sobre un costado, se estira, se encoge, manotea la sábana, la almohada, ruge, suspira al borde de...

---Deber, trabajo, esfuerzo, no puedes desertar. Aléjate del vestíbulo, entra por la puerta de tus convicciones de una maldita vez maldito. Trallazo, esto es otro trallazo. T.J. se incorpora. Zapatillas, bata, agua caliente, tabaco.

---¡Mafiosa!
---¡Irreverente!
---¡Cursi!
---Borrico!. No haces nada por desasnarte. En este mundo viven ciegos, impedidos, enfermos, deshauciados que no pidieron ni esperaron su desgracia, desgracia que la sufren con dignidad, que no cesan de luchar, como una meta de su propia meta, capaces de mirar cara a cara a la muerte. Vidas heroicas, débiles féminas luchadoras innatas con nervios acerados, ejemplares, seguras de criar, formar y dignificar al hijo o a los hijos. Desgraciados que viven como ratas en los agujeros, que duermen en los bancos de las plazas públicas, mientras tú, con ojos, oídos, manos y cabeza, consumes tu vida sobre tibias sábanas; y con todo ello sin entender qué cosas ocurren en tu interior, sin querer aprovechar el potencial humano que te envuelve.¡Insensato!. Te niegas a comprender la gloria.
---¡Ah! el eco en el cerebro de T.J. Sí, la locura, la locura de un cuerdo.


Confusión


Esta noche T.J. Valvin, siente un cansancio que se le antoja del todo insuperable. El maldito contacto le hace comprender que se trata de un cansancio mental más que físico. Pero las manos, las siente fuera de sí, extrañas, como nunca hasta esta circunstancia las había sentido. Como un mando a distancia, pegadas a un cuerpo físico del que se siente huido. No es capaz de reconocer el perfil de su cara. Los brazos le parecen artilugios, las manos accesorios.. Se siente desmembrado. Será que su confundido cerebro registra una desconexión o bien, se ha perdido en una introspección retrospectiva indefinida. Nunca antes se había sentido tan aislado de la materia de su cuerpo hasta sentirse tan extraño. Llegó a entender que no era su cuerpo, que no era solamente su cuerpo el cuerpo que tenía. Se imaginó a si mismo, más delgado, más rubio, más débil, más ágil y, a la vez, más lento. No obstante, a pesar de su esfuerzo, no se reconoció en las imagines; él era otra cosa; él era él.
Decididamente ahora, su cuerpo le resultaba desconocido. Sus ojos eran el punto de mira, de referencia, en donde se mezclan su cuerpo y su alma, cuando los ojos ven. Pero T.J.Valvin no conseguía ver su cuerpo. Lo sentía como una realidad física alejada de la esencia de su atribulada mente. A pesar del esfuerzo por imaginarse distinto, mirándose en el fondo, entendía que aquella voz, no era otra cosa que la sombra de sí mismo, el eco de sí mismo. ¿Y si aquella voz tenía parte de razón? Sólo parte? - se preguntó dolido – resistiéndose a admitir esa posibilidad. O todo es fruto de la alucinación que viene soportando insufriblemente. Será cierto que están locos los sabios, los creativos, e incluso todos aquellos que se llaman a si mismos creativos. O bien están sin duda rayando la locura?

---¡Ja! ¡Ja! El eco en la cabeza, en el fondo de la mente.
--- Maldita, eres tú, te reconozco...
---Abyssus abyssum invocat... susurra quedamente aquella a quien Valvin, por mucho tiempo, seguirá llamando la maldita desconocida.

---¡Uf! Dormir, dormir, soñar tal vez....



RobertBoresLuís
P.de A – Marzo de l994

domingo, septiembre 21, 2008

CÁSCARA DE ALMENDRA

Apareció don Luis el jubilado renco y jadeante, escaso de pelo, con su bigote blanco y recortado. Sacó de un bolsillo la navaja, abrió la oxidada hoja, zarandeó la silla cual bastón cuatripartito para, por fin, sentarse.
La “marcona “a la derecha y la “largueta”, a la izquierda – dijo – como si no nos hubiéramos enterado hasta hoy. Mira esta gente dignifica el trabajo, ahora si que vamos a trabajar, intentó decirnos con su actitud. Como si no nos conociéramos.
Hay gente que saca humo, que tiene vocación de líder, es bien cierto. En un segundo pedirá ayuda para mover un cesto en el cual, ni siquiera a metido un escaso puñado de almendras. Y se convencerá a sí mismo de que, sin él, los demás, no vamos a ninguna parte. Un poco más tarde, quizá dos días después, repetirá lo mucho que hemos trabajado, él incluido cómo no y cuando toda la cosecha esté ensacada, volverá a repetirlo. ¿ Qué vamos a hacer cuando no esté? – pensamos todos los presentes.- sin decirlo.
Don Luis se había levantado de la siesta, el vaso de “bourbon” se había quedado vacío al lado del televisor, eso que llaman la caja boba, como tarde después del, telediario de las tres. Han dicho esto, han dicho aquello. No tienen vergüenza. Después esperarán que les votemos. Eso es la democracia del pueblo sin el pueblo. Son todos iguales, no hay dinero para lo que no quieren, se creen los amos porque mandan, y todo por que les pegaron dos tortas los grises, cuando eran estudiantes. Los unos y los otros, treinta años llevan muñendo. Los gatos continuaban con su ronroneo, tranquilos y felices. Cada uno habla de la feria como le ha ido. Ahí estamos todos, terminó. Bueno, tanto como terminar.

Llegó don Luis, el jubilado.¿Dónde está Salvador? Preguntó como siempre. Salió con el tractor. Vienes a ayudarle y se va tan tranquilo. Luego nos ofrecerá un yogurt para la merienda. No entiendo a esta gente, te vienes para hacerles compañía y te dejan sólo. Si nos pagara estaría vigilando, seguro. Los conozco más que la madre que los parió.
¡ Sape! El gato este, cada vez que me levanto me quita el sitio, debe encontrar caliente la silla. ¡Oye! Ayúdame, vamos a vaciar el cubo sobre el cañizo, para que se vayan secando las almendras. Hay que aclararlas, tan espesas no se secan bien. Así, así, ralas, bien repartidas eso, eso. Pues que bien mire, nos quedamos asombrados, de lo bien que distribuye usted la mercancía.
Y todos aceptando su liderazgo, para que su yo no se desmorone. ¡Y qué más nos da a nosotros! Ël se siente útil y capaz, pues bueno ¿qué de malo hay en eso?, Dejadle que disfrute, para qué os queréis incomodar. Y que no se os ocurra pincharle, que empieza con la historia de su jefe.-Con el eje acanalado, que si diez milésimas, que si ocho milésimas, y que yo tenía razón y el jefe no. Cómo van a funcionar bien los cambios de marcha, si no están dentro de la tolerancia que señala el plano. Pues usted será ingeniero pero, de tolerancias, yo entiendo un montón. Además, los de la oficina técnica ya lo han señalado en el correspondiente plano. ¿ Los engranajes, los piñones? ; eso es otra cosa.

La tarde avanzada y fría. Oye, te cambias a este lado ¿ te importa? Que me da el aire de la puerta. No es por nada, es por la jodida pierna que se me enfría y luego, me duele más. Parece mentira, con lo bien que jugaba yo al fútbol, y ahora con la prótesis de inoxidable. Yo que podía haber sido un ariete, meter goles a todo meter, eso es lo que tenía que haber hecho. Pero mira, mi padre, por seguir los consejos del viejo, por no disgustarle. Ya ves. Ejes y piñones toda la vida y el aliento, oliendo a hierro y taladrina, para qué me pregunto todavía, para enfrentarme a aquel ingeniero de mecanizados que preparaba los tornos copiadores y la rectificadora de aletas. No paró hasta que me despidieron, ignorante, si se hubiera enterado de lo que yo ( los que creen ser algo, siempre dicen yo para justificar su falta de seguridad) era capaz; fabricar una esfera con tan solo la lima y la galga. A mí me va a decir lo que es la mecánica. ¡ Sape !, El gato, bueno pues, si no llevara el abrigo que lleva ( con referencia al pelaje) Oye, mira, vamos a vaciar el cubo y volvemos a llenar la mesa. No, no, el metálico no, el de caucho, así, así, eso, eso. Y los demás, callados y descascarillando.

Anochecer y frío. El tractor, el remolque, el traqueteo infernal, insoportable, de la descascarilladora. Bueno, pues me voy, ya veremos mañana dice don Luis, huyendo de la quema. Se levanta, pero no se va. Martillo y almendra sobre el tas, pim, pam, pim. Si todavía tengo muelas, qué buenas están, sí, estas, parecen más dulces. Con pan saben mejor, pero si acaso, con un buen trago de vino negro, que se meten entre las encías y así, se limpian los dientes. Mañana, pues bueno, a lo mejor llueve, pero no os preocupéis porque en el remolque, hay almendras, para dos días como poco. ,( pensando en que la siesta, el bourbon, a lo mejor... que si tardo algo en llegar, convencido de que sin él, se para todo. La cosecha vaya cosecha este año. Qué vamos a hacer, más baratas, pero más cantidad. Piensa en lo baratos que le salen a Salvador, los empleados. Un conejo y algún yogurt si nos caerá, cuando caiga, que acabamos de empezar. O una docena de huevos acaba diciendo. Para cuando se da cuenta, no queda nadie, que todos nos hemos ido a nuestro avío. Antes que nosotros los gatos hacia el comedor.

La otra tarde, se acercó la señora María, la suegra de Salvador, viuda ella y gordita. Se sentó frente a uno de los jóvenes que estaba solitario. Dale que dale a la almendra. Pues que me aburría en casa a esta hora, las diecisiete horas. Se acaba la faena en la cocina, hasta la noche. Que no, que sí, que de joven acompañaba a mi difunto marido, un conocido viajante, pero claro ahora, a dónde voy a ir. Coqueta ella, y recatado el chico, le mira de frente y de lado. Qué joven y guapo que está – pensaba ella – y que moreno. El menos joven, sin pensar, la veía oronda, enjoyada, con un aire pizpireto como diciendo ¡ aquí estoy yo!. El silencio seguía pesando entre sacos, almendras y las telarañas que colgaban de las paredes. Y tú qué? Qué lástima, con las cosas que podías hacer, tan joven como eres. Y el no tan joven, huyendo de un acoso solapado, para reír las gracias sin gracia, de la otra. Hasta la llegada de don Luis, calvo él, renco, con su escaso y ridículo bigote. Toma el cubo, dame el cubo, tu subes, yo bajo, y así, todo organizado. Ahora vuelvo, que me dejé la navaja. Ojo! – a ver qué hacéis que os quedáis solos.
La señora María limándose una uña rota por el cuchillo, chupando el dedo, tirando con insistencia de la bata, hacia abajo para cubrir la sedosa rodilla.
Bueno, qué, ¿habéis sido buenos? Aquí está la navaja. ¡Ah! el yunque!. Pues bueno, tic, tac, tic, tac, qué buenas están este año. A lo mejor llueve algo mañana. Mejor será recoger las almendras para protegerlas en el garaje. Salvador con el tractor y sin aparecer. ¡ Hay que ver!

Tarde y sol de nuevo. Y almendras. La señora María no ha venido hoy pero podría aparecer en cualquier momento. Por el contrario, tenemos a su rechoncha hija, con unas caderas como un redondo arel, tan apretadas y tan bamboleantes como poderosas. Se trae un conejo asido por las orejas, gritando, como siempre, obligando a que los gatos hagan ¡fu! sin terminar de marramizar durante un corto espacio de tiempo, por encima de sacos o ruedas de tractor. Más tarde volverían a rapiñar las jifas del conejo, como ladrones que son y lo seguirán siendo.
La maciza esgrime el cuchillo, como un machete, les saca los ojos a un primer conejo, a lo bestia, que dice la señora María de su propia hija, sin poder evitar que la sangre gotee sobre la blanca pica de mármol. ¡ Sape ! Que los gatos ya merodean bajo su ancho delantal, cerca de las dos columnas de sus gruesas piernas. Visto y no visto, el conejo despanzurrado, clavado en la gruesa alcayata de la pared, en tanto el cuchillo corta la piel sobre el cuello. El agua batiendo la sangre sobre el frío mármol. Mientras, no cesa de sonreir, mejor él que nosotros, acaba diciendo. Tranquila que hay tiempo. Martillo y yunque, tic, tac, tic, tac,, y qué buenas están este año las almendras. ¿ El régimen?. Qué va, estas no engordan, hacen daño si no te las comes. Además cuando sale algunas tardes con las amigas a pasear por el campo, se llevan una coca de almendra y una botella de cava ¡ qué más da! El próximo lunes comenzará el régimen de nuevo. Las gallinas que no ponen y no ganamos ni para el pienso. A este paso vamos a tener que comer los caracoles que se pasean por delante del gallinero, eso si llueve, que tampoco está muy claro. Bien chicos ahí os quedais que me esperan el conejo. Don Luis esboza una sonrisa mientras detiene la mirada sobre el límite del ancho delantal, sobre la rodilla. El otro, desganado, pero siguiendo también la mirada del renco. Ay, ay, ay dice la rellena al darse cuenta malpensados! se aleja diciendo

Buenas tardes doctora, dice don Luis desde dentro, desde la penumbra del garaje, al verla cruzar ante la puerta. Va acompañada por un hombre de baja estatura, muy moreno, tocado con un blanco turbante. ¡ Good afternoon ! Dice en ingles el acompañante de la doctora para seguir preguntando a continuación ¿What is that?.Dentro se mueven, hindú pronuncia don Luis. Eso mismo, le apoyan los demás. ¿What is this machine? - el moreno. La doctora le explica que se trata de una máquina descascarilladora de almendras. El pequeño desea ver como funciona cuando don Luis le complace con un ruido infernal, al poner la máquina en funcionamiento. Doctor, tell me frankly, what is your opinion but in simple plai words, hablo la doctora. Very interesting, but I nearly fainted with fright, replicó el hindú. Dice que es muy interesante, pero le ha dado miedo, tradujo riendo. You, you, intentó don Luis para epatar a los presentes, you, you repitió sin llegar a conseguir nada. Veis siguió, como se hacen los negocios. Podríamos exportar máquinas a la India. Si es que los españoles no pensamos. Aquí venga impuestos, te dan un número de matrícula y te tocó el gordo, fichado para toda la vida. A ver cuantos españoles vamos a un pueblo perdido de la India. Así va todo ¡hala!. Cada uno a barrer para dentro. Los demás esperando el chaparrón de nuevo, que si las milésimas, que si los ejes, que si aquel ingeniero tan burro, que si... pero no. El inglés se le había atascado, you, you understand, you me, do you, sin poder terminar la frase.


Hoy ha aparecido Salvador. Está casi siempre, pese a las escapadas, tranquilo, reposado, con la esperanza cierta de la cosecha de cada año. Qué muchachos, que si no entendeis nada y me mezclais unas almendras con otras, que tal y que cual. Los de la ciudad no entendéis nada sigue socarrón, tostadas en la tienda sí, pero estas, no sabeis ni lo que son. Seguro que no habeis plantado un árbol en toda vuestra miserable vida. Vosotros vivís para el coche, bien grande, para que se vea. Dos millones rodando por la calle, envueltos en latas, plásticos y cuatro ruedas. Cómo puede ir bien este País. Madre mía, madre mía, que yo heredé la mula de mi padre y hasta hace muy poco labraba con ella.. Ahora todo el mundo tiene coche, pero muchos de ellos, ni comen. Si abrieran las puertas de las ciudades, os vendríais todos para acá. Bueno qué, ¿tomamos un yogurt o alguno de vosotros prefiere un cortado?.Mira este, responde don Luis, nos afea la vida de la ciudad y merienda yogoures. No le apetecen a nadie. Ni los plátanos tampoco. Pero ni chorizos ni jamón, bien pues cortado. Menos don Luis que tomará coca-cola, pero que no esté demasiado fría. Salvador va arriba y abajo, pinchando con sus puyas a unos y otros, para sacar verdades de mentiras, afirmando y negando apoyado en su irónico gracejo. Qué sabios son, en su ignorancia, los campesinos y que aplastante es su lógica. Tienen las matemáticas más claras que Thales de Mileto y Pitágoras juntos, más que los ministros de Hacienda, a quienes no les cuadran nunca los números, por más planes económicos que diseñan. El secreto está en la microeconomía, termina por decir Salvador. Los que se equivocan, lo hacen así, porque administran caudales que no son suyos. ¡Chapeau


Hoy estamos todos reunidos. Hay risas y algarabía. Los gatos no paran los pobres, sacos para allá, cubos para acá, almendras acullá, el ruido infernal de la ruidosa máquina sin parar, el sonoro restregar de las cáscaras de almendra, sobre la seca húmeda madera de la enorme mesa y el incesante tintineo en los sacos, como monedas de cobre, siempre unas sobre otras. Redes a este lado, toma este cubo y deja ese, y la tarde pasando hasta el nuevo anochecer. La dirección prohibida del más joven, hacia la casita de la vecina de veraneo, que se insinúa a colación irónica y continua, y anda que no se nota. Que si la bicicleta cruza por delante de la puerta del jardín o bajo el balcón, la señora en bikini al sol de la terraza, de un deseado y nuevo verano. Ay, ay, ay.que vamos a tener que vigilarte. La piscina, las intentonas por enseñarle a montar en bicicleta, (ella insiste en que lo hace mal). La morrada que se dio anteayer al soltarla del sillín, en tanto que su marido, ausente y perdiendo el tiempo en el bosque cercano, haciendo fotografías a las arañas. Llega José con el remolque del tractor rebosante de las esperadas almendras; toma almendras, toma ironía. Qué bien se está por la mañana en la piscina, a primera hora, con poca gente, sin el corretear lloroso de los niños. Que tu, que yo, que nos bañamos, que me sostienes ¡cuan fría está a esta hora el agua! Por la tarde otra vez lo mismo, como cada verano, hasta que pase el verano...


Hasta cuando sufrirá el menos viejo, para mantener su estabilidad emocional, en un juego que gana y pierde, perdido del todo. Qué hacer, qué no hacer. Aquella gente que no te llama, dijeron que sí pero no. Vamos a entrar en Septiembre sin encontrar un trabajo, el chico sin colegio, la mujer con su entereza de mujer, pero sin dejar el sufrimiento. Ya pronto, ni almendras para perder las tardes, las largas tardes de un invierno que seguirán el próximo verano si Dios no lo remedia. Entre tanto el taca, taca de su vieja máquina de escribir. Hoy faltan folios y mañana faltará cinta. Ayer faltó papel carbón. ¿Qué cosa faltará pasado mañana?

Pero ya están aquí “ las cloqueras “, la María, su hija, la mujer de don Luis, con su eterno reúma que le sirve y lo usa para meter baza en la conversación, la esposa de Salvador, que no ve nada la pobre y que se desvive por todos, gato aquí, gato allá, ay estos gatos ¡ fuera ¡ ¡fuera ¡. Todos tienen razón, lo más importante es pasar el rato; dejar que el tiempo pase. Si Salvador se destapa con una docena de huevos, pues eso tenemos. Esta gente, dice don Luis, con el gallinero, como no les cuesta nada, ve ahí. Cuando vendan la cosecha se comprarán un tractor nuevo o una furgoneta, pero el caso es llorar, llorar siempre, como una sana costumbre, como una sabia terapia, que compensa de todos los esfuerzos. Si el estómago está lleno, todo está lleno. Y tú, le dice Salvador al menos viejo, por Semana Santa vete preparando, pues tu mujer se llama Dolores. Ignora que al menos viejo, ni papel carbón le queda. Los días pasarán pero mira le dice Salvador, todo se arreglará. La bezuda mujer de don Luis arruga el morro, pensando en la posibilidad de que, el hoy triste y decepcionado, se zafe de su situación actual. Ella que ahora está haciendo obras en la vieja casona que compró hace un año con un préstamo del Banco. Pero ella cree, que el secreto a voces, no lo conoce nadie. Esta tarde se ha traído embutido, con la supuesta intención de demostrarnos quienes son los más ricos. Que quede bien claro. El más joven sonrie, empalagosa piensa .Por un trozo de embutido, la marquesa esta. Esto si que es bueno y no el yogour para niños, termina por decir don Luis, en un claro intento por apoyar la actitud de su esposa. Hasta las moscas y los mosquitos de la parra situada ante la gran entrada, lo probaron mientras abajo en el viejísimo tronco ya brillaba escondida la luciérnaga. Hoy ya no cenaremos avanzó don Luis intentando atusar su escaso bigotito.


La hija de la señora María, ancha ella, se enfrentaba a uno de los compradores de sus conejos. El cliente le reclamaba las guías de Sanidad. Pues bueno hombre ya te las prepararé mañana. Si ya nadie me las pide. Cuando el cliente se va, cargada su furgoneta de conejos dice, este es muy listo, me exige las guías y luego vende conejos de otros, con las que yo le doy; se las daré cuando yo quiera.


La máquina y don Luis. Cuidado con meter las manos por la parte de arriba, que os pilla los dedos. Por no sacar los restos de las ramas, la máquina se atranca y es necesario pararla. Ya podían haber hecho las placas de caucho en lugar de metálicas, los burros estos, sigue aleccionando a los demás, ese líder que lo resuelve todo. No harían tanto ruido y trabajaríamos mejor. Ya ves tu, un motor, cuatro placas de hierro. Hay gente que tiene una potra. ¡ Ingenieros ¡
Se presenta Salvador. Comed almendras, comed, no os las terminareis. Picadlas, picadlas que hay que hacer “panellets “ además de garrapiñadas. En ese mismo instante, don Luis y señora, ya tienen la bolsa de plástico llena, detrás de un saco, bajo la mesa, detrás del montón de las duras pieles secas y verdes. La han estado llenando un poco más cada día, al final la llenan tanto, que el asa de plástico termina por romperse. Es lo mismo, ponemos otra por encima como una funda y se acabó el problema. Total mañana, volveremos a empezar. Tendremos almendras hasta la Pascua ¿Y la otra bolsa? ¡Ah! bueno. Salvador les ha regalado un conejo pero la pareja, no quiere que lo sepamos los demás. Como dice el propio don Luis, el renco, “ que burros “. Los demás lo tenemos ya en casa.


Esta tarde, nos ha visitado la señora Pilar, la mujer del “Medioduro”, que viene haciendo la misma labor en su casa. ¡Coñu¡ dice, así cualquiera. Ya podíais venir a casa a ayudarme. Hay gente que tiene suerte, y los demás, que se fastidien ¿ Cómo puede ir bien este País?- pregunta -. Mira la María, rodeada de juventud y métele. Qué quieres decir con eso de métele saltó la otra marquesa, Cuidado ¡eh!, cuidado porque soy la consuegra de Salvador. No fastidiemos. Bueno mujer, ya me entiendes. Pero “coñu “ mejor es estar acompañada. Tranquilas mujeres, tranquilas, medió Salvador, en tanto señalaba al más joven, que éste, tiene la dirección prohibida para el otro lado, al señalar la casa de la vecina de vacaciones. “Coñu” que el otro día, siguió la Pilar, vino a por mi marido para que le regara el jardín. Ay, ay, ay, que a estas de la ciudad vamos a tener que vigilarlas, que van muy descansadas ¿ Qué dices? –exclamó Salvador con una interminable sonrisa - ¡ será por centinelas!
Pues bueno, todos tenían huevos y conejos, así que haya paz y después gloria. Tranquilos muchachos, tranquilos, que todo se va a arreglar. Y a continuación, nos ofrece prestado un trozo de tierra, para sembrar patatas. Qué sabemos nosotros de eso; pues nada. No hay que saber nada, yo os compro la simiente “canabec” y os enseño a cultivarlas, que no os cuesta nada. Tranquilos chicos que patatas no faltarán. Ni almendras, remató don Luis al tiempo de cargar con su bolsa.


Tarde y lluvia. Pues bueno, aquí estamos. Para descascarillar, no tenemos ningún problema. Aparta eso, levanta aquí, baja el saco y llena el cubo. Y poco más tarde, sentados y a criticar ¡que bien! Las pagan a sesenta el Kg, y el año pasado, se pagaron a 120. Mercado Común, Comunidad Económica Europea, para qué nos sirve a nosotros remata don Luis. Claro como si las almendras fueran de su exclusiva propiedad. Ahí al lado han tenido que vender las cuatro vacas que tenían; por exceso de producción de leche.
Hace acto de presencia la maciza, exultante ella, con el delantal como un parasol prendido alrededor de sus oscilantes caderas, con un conejo asido por las largas orejotas. Venga fuera los gatos ¡zas! el conejo despanzurrado. Dejaos de bromas que la realidad es otra; no hay más sol que el que nos alumbra, menos hoy, que está nublado


Hoy es viernes. Cruza el coche rojo. Mira, mira, la vecina ya la tenemos aquí. Nada, que no, ni bicicleta, ni piscina ni nada de nada. Y el menos viejo al que todos miran, sigue estando ausente e intemporal. Ël sigue y seguirá inmerso en el frío vacío de su alma rota. Digno hasta donde los demás merecen su dignidad, que no está aquí por el conejo y los huevos, lo saben todos y lo entienden. Pobre muchacho dice Salvador, irónica pero también paternalmente. Todo se arreglará, no te preocupes. Que nos leas lo que estás escribiendo, aquel cuento o bien la novela, o quizás los otros cuentos, lo que tu quieras. El chico les mira, mejor, les observa con el temor de llegar a ser mal interpretado, con la certidumbre de que no están entendiendo nada, pero con la certeza del cabreo que van a sentir cada uno de ellos, si llegan a leer algún día, todo cuanto escribe. Todavía sigue anclado en la creencia de no llegar a interesar a nadie. Claro que, si lo compraran los tres millones de parados que hay en este País menudo éxito editorial. Un éxito difícilmente alcanzable, pues los que no comen no están en condiciones de leer. No importa piensa, mientras esboza una enigmática e incomprensible sonrisa, sin esperar la comprensión de los reunidos, que ni el mismo desea que comprendan. Pero no puede dejar de imaginarse, la cara que se les iba a poner cuando se vieran tan bien retratados, en un escrito, en un libro como los principales personajes de un libro, o del simple capítulo de un libro.


Esta idea le producía una satisfacción indescriptible, una compensación de todas las sandeces que lleva soportando durante tantos meses, como una íntima venganza solapada, secreta, y todavía más; incruenta. Mientras, permanece con su expresión intemporal, ausente, en tanto le observan sin llegar a comprender, que cosa piensa, pues ellos ignoran todo de ellos mismos y la perspectiva, desde el ángulo irónico también, con el que el menos joven, les contempla. Sigue pensando si será cierto que los unos y los otros, llegarán a ser capaces de penetrar de verdad, en la esencia de su propio ser. En definitiva, en el desconocimiento de nuestra propia realidad.. Una realidad cotidiana, que debería ser cierta, pero pocas veces lo es.
Tú te ves así, yo te veo distinto pues la imagen que proyectas, nada tiene que ver con la idea que nos hemos formado uno del otro. Muy a pesar de la psicología, seguimos sin conocernos – sin querer conocernos – de verdad, para seguir siendo desconocidos por todos cuantos nos rodean. Es por este motivo que los locos nos parecen genios, los genios nos parecen locos, mientras sin exclusión, todos terminamos rondando los límites de la locura, y es por eso que, algunos inteligentes no pasaron la educación primaria, y otros menos inteligentes, pontifican (pontificamos) sin temor a errar. Por este motivo, Salvador es uno de ellos; su sentido común y su forma de entender la vida, es todo un amplio compendio de una real escuela filosófica. De otra parte, el mismo don Luis, es otro claro ejemplo, verticalmente opuesto a Salvador, con más formación, pero con más ignorancia también. La mayor parte de nosotros, individualmente, nos creemos que la verdad es de nuestro uso exclusivo, porque en nuestra locura somos el centro del universo mundo. Es por esta sencilla razón que, no entendemos, lo que no queremos entender.
Más, como dice la Señora María, qué joven estás y que moreno, y como dice su hija, no hay más sol que el que nos alumbra, y ¡ coñu ! como dice la mujer del Medioduro, qué bien se está acompañado. Y decir por decir, que buena la filosofía de estos gatos que siguen ronroneando; impertérritos ellos... Pero ¡ por Dios!, sigue pensando el menos viejo, el pretendido escritor, ¡ Que no se acaben las almendras!

Las avellanas, los higos, las ciruelas, las naranjas, las bananas, las manzanas y los mangos entre otras, son las frutas que más me gustan, comentaba Salvador sentado sobre el amplio asiento situado ante el volante del tractor.
Anda, más posibilidades. ? Debe ser cierto que no entendemos nada.


RobertBoresLuís
P.de A. 1994
De: Mis cuentos rurales.

domingo, septiembre 07, 2008

UN BENEFICIO ESCASO

Un día, un herrero forjador de aceros y restaurador de armas, para llenar un poco más su escasa bolsa de beneficios, decidió comprar y vender todo tipo de armas de fuego.
Con la intención de conseguir dos nuevos clientes, aceptó la invitación de un grupo de cazadores, para tomar parte en un partida de caza mayor, de jabalí concretamente. Con esa intención y decidido a cerrar la venta, prestó una escopeta de dos cañones, a los miembros del conocido coto.
El hombre serio y responsable, les aseguró que, aunque las armas parecían usadas, ambas gozaban de una gran precisión. Algunos de los presentes se mostraron dudosos, pues la apariencia de las escopetas no les pareció nueva en demasía.
Sea como fuere, una fría mañana del mes de Octubre cuando se abrió la veda, se inició la primera tentativa de lo que ellos llamaban el “acecho.” El herrero en su puesto, situado al final de una larga y estrecha senda cercana a una cañada, sin ninguna clase de interés por la cacería, solamente esperaba el retenido retumbar de los disparos, como testimonio del buen funcionamiento de las mencionadas armas.
En tanto que seguía esperando, mordido ya por la impaciencia, llenando la atronadora montaña para sorprenderle, retronaron los primeros tiros. Poco más tarde cuando inesperadamente, el torvisco que le rodeaba se desguazó, apareció ante él un enorme jabalí, envuelto en una hiriente barahúnda.
Ante el furioso animal logró zafarse con tanta suerte, que consiguió encaramarse a una de las recias ramas de un pino cercano. En tanto que por motivos de seguridad personal, su otra arma permanecía apoyada al pié del rugoso árbol, la bestia atizó el tronco, hasta el extremo de marcar un claro navajazo mientras el esmuñido, sufría el balanceo del pino sin apartar la asustada mirada del envite fragoroso del corpulento y negro macho herido, el cual rodeaba la cepa de puro cuajo, un metro más abajo.
¡ Boom ! – oyó – al tiempo que la seca pinocha – le cubría toda la cabeza.
¿Qué había pasado ?- se preguntó. Pues que el jabalí con una `pata, había pisado sobre uno
de los gatillos de la segunda escopeta la cual, hasta ese momento, seguía apoyada sobre el tronco del árbol.
Después, rodeados de un ruidoso tropel de compañeros y perros que huyeron en persecución del cerdo salvaje, se hicieron presentes tres cazadores. Enseguida, se descolgó el herrero de la cimbreante rama, al tiempo que el grupo de recién llegados dieron en descubrir la sangre que le cubría la espalda.
.-- ¿ Qué ha pasado ? – preguntó, no sin sorpresa -el más próximo.
-- Nada... dijo el herrero - me ha disparado el jabalí...
--¡ No me fastidies !
--Ya os lo dije, la escopetas son de calidad – habló el forjador. Descreídos, aquí tenéis la prueba señaló - mientras mostraba la ensangrentada espalda.
Al día siguiente, un cazador de otra asociación de cazadores, le preguntó: ¿Qué, has vendido bien las escopetas ?
--, No demasiado. Menos mal que acerté...cuando... se me ocurrió cambiar los cartuchos de posta.


Robert Bores Luís
P. de A.-14-11-97
De “ Mis cuentos rurales “

domingo, agosto 31, 2008

QUIÉREME

Llévame contigo
en tu recuerdo.
En tu manera de ser
lleva la mía.
Eleva tu alma a Dios
y quiéreme.
El día aciago
en que mi muerte llegue,
cese pues mi vivir
si no te siento,
si no beso
tus labios encendidos
cuando, al mirarme
en tus ojos ;
en ellos no me mire.
Robert Bores Luís
14-05-1998
De mi libro “Amor, existencia y muerte”

domingo, agosto 10, 2008

ESCRITOR

El escritor, ese mono que aprendió a escribir pensando en hacerse adulto, creyó que solo el, era capaz de transcribir sus íntimas vivencias. Vivencias, pensó en su animalidad, de uso exclusivo; de su exclusivo ingenio o sentimiento.
Afortunadamente, otro mono, pensando también en hacerse adulto, aprendió a leer; para reclamar ingenio y sentimiento como propios.
El mono escritor sigue considerando de su exclusiva propiedad sus vivencias íntimas – sus íntimas vivencias – todavía hoy. Virgilio, Horacio y, muchos más fueron adultos también.
Al escritor, mono adulto, le gusta recordar la primera octavilla de cuando se sintió poeta; su primer;

PAISAJE

El trigal erecto, inmenso.
Se confunde el horizonte
El aire, con su sinsonte,
ventea añoso abedul.
Las nubes en su descenso
forman marco con acierto.
Un sol, de brillo entreabierto
se pierde; en el cielo azul.

En el transcurso del tiempo el escritor siente con melancolía, que no le queda espacio para escribir cuanto quisiera escribir. La pluma férrea de su imaginación, se le dobla y deforma sobre la desnuda y fría cuartilla, de sus evocaciones. Evocaciones de dramático pulso al intentar vaciar sobre ella, su alma pletórica de humilde sinceridad.
Escritor. Escritor y caminante perpetuo, con la esperanza de encontrar la posada incierta de su alma gemela y tibia, de su desconocido lector. Posada íntima en lugar ignorado donde pernoctan, a veces dormidos, contradictorios a veces, de dolorosos recuerdos casi siempre, los fantasmas de los sentimientos personales, de los que intenta distanciarse en vano.
El escritor ya viejo, incrédulo ya, cansado de tanta necedad, de tanto camino, espera, - el escritor no se cansa nunca de esperar - , los ojos desconocidos, anónimos, soñolientos acaso, del amable lector.
¡ Escribe ¡, le dicta su desconocida musa; no temas escribir para abrir brecha entre tantos libros lobos como hay. Y el escritor, así aleccionado ¡ qué escritor osaría desoír a su musa ¡ llena el papel de versos, cuentos, ensayos y relatos con sus ensoñaciones más intensas. ¡Escribe ¡.
Háblales del odio duro y seco, del amor que lo llena todo, de la plácida belleza del alma, de la codicia que a tantos embrutece, del temor a la muerte, que a tantos paraliza el ánimo, del propio miedo turbador, de la amistad que conforta, la bondad que enternece, la mentira despiadada...
¡ Escribe ¡ .Escribe sobre la verdad descarnada que nos molesta a todos, la emoción de la esperanza, la envidia que corroe, la ignorancia feliz, el vicio contumaz, la ética voluble, la moral impía, la libertad imposible.
Y ell escritor escribe, escribe hasta que, un día, la vida sobre el papel, se le queda atrás al escritor; en un otoño amable, castaño, de hojas secas.

Robert Bores Luís
P de A. 28-10-1994

ATARDECER

Se me hizo presente el final de una tarde de verano que luego de una larga jornada laboral, me había obligado a pasear por las calles de Barcelona mi estimada ciudad. Por esas calles ensordecidas como resultado del progreso y las actividades mundanas. Sin prisa, sin ninguna intención de detenerme, ni tan siquiera para tomar en un bar una bebida refrescante y mucho menos para leer un diario que no había tenido ocasión de leer en todo el santo día, hasta llegar a la parada del autobús de la misma Diagonal Fue un encuentro casual e inesperado que se produjo cuando empezaba un lento paseo por la corta calle de Tuset. Después de tantos años desde que dejé de ser su alumno de séptimo de Bachillerato, su figura, no daba muestras de haber cambiado su majestad estática.
No se sorprendió al verme. Me pareció increíble que me reconociera, después del largo tiempo transcurrido, y todavía más, que siguiera manteniendo aquella actitud de suficiencia ante mi presencia de cabellos encanecidos, como si el recuerdo siguiera estando presente sin ocultar ni uno de los aspectos alegres de la pubertad del recordado momento en que fui su alumno.
No se sorprendió, bien que plantada ante mí como una especie de sufridora determinante que espera no se qué o a no se quién, continuó observándome impávida e inalterable. Intenté rememorar aquellos tiempos de nuestra juventud pero me demostró sin paliativos que no era el momento apropiado.
Todavía seguía siendo bella si bien su imagen ya lucía unas pequeñas arrugas. El paso del tiempo no nos perdona cuando recubre la ilusión la patina de la soledad. Yo seguía queriendo recordar aquellos tiempos y circunstancias vividos en el Instituto, cuando ella era mi profesora de Historia, decidida a no perder su autoridad frente a unos niños de diecisiete años, impresionados por su escultural presencia femenina.
Me parece recordar que todos la amábamos, cada uno a su manera, unos por su cultura, los más por su belleza,- en aquel entonces era también muy joven- los más por un deseo carnal incomprensible e indeterminado que, sin saberlo les despertaba el desconocido fuego de su sangre joven.
Ahora, como siempre, aparecía plena de seguridad, una seguridad alejada, firme, decidida a afrontar el peligro que inesperado, surge de las esquinas todas las noches.
En ese preciso instante, perdido en mis recuerdos de estudiante, su mirada me obliga a sentir un incomprensible y a la vez frío menosprecio. ¡ Vete niño ¡- me pareció oír dentro de mí – “estoy esperando a un hombre “. Y todo sin palabras, lo dijo con su fría mirada.
No esperaba eso Yo no pretendía nada. Me recreaba en los mil recuerdos de mi lejana época de estudiante. Unos recuerdos nítidos colmados de una admiración sin límites. Puede ser, pensé, que la vida no la haya tratado demasiado bien. Que haya perdido parte de la fe en la entereza de su propia estima. No lo entendí, aunque pensé que la dureza de la vida nos hace cambiar a todos nuestro concepto del sentido de la esperanza. Lo que estaba meridianamente claro, era que aquel momento, no era nada apropiado.
Luego de un impensado deseo de no despedida, seguí caminando lentamente hacia el autobús de la línea siete en la mencionada Diagonal. Más tarde, unos segundos más tarde, un frenazo violento me despertó de mis recuerdos. La atropellada era ella, estaba magullada, pero estaba viva. De nuevo las circunstancias de aquel, para mí, encuentro jubiloso, no habían sido las más apropiadas
El hombre, o la mujer, caminando solos entre miradas saben que pueden perderse , pero rara vez aciertan con la esquina.


robertboresluis@hotmail.com

domingo, agosto 03, 2008

LA MÁQUINA

Como podía esperarse, la técnica, esa conocida maravilla del progreso humano, sigue deparándonos su inmediata utilidad, pero al mismo tiempo, extravagantes sorpresas.
Hasta ayer mismo, disponíamos de topo tipo de artefactos los cuales, excepto las máquinas para matar, han sido creadas para hacernos más soportable la vida.
Como podíamos esperar, repito, el mono de la inmediatez de nuestros días, luego de haber anteriormente empleado los utensilios del goce manual más simple y solitario se ha topado, con la ayuda del ordenador, con la máquina de la “fellatio”. Con la cantidad de problemas personales y de vivencia que el llamado ser humano lleva arrastrando a lo largo de su existencia, me permito pensar que ha de ser un completo éxito.
Señoras y señores “ ha llegado el descafeinado “. Ahora si que podemos olvidarnos y prescindir de dos mil años de nuestra pretendida civilización. La vida cotidiana, la miseria de vivir, si deseamos decirlo así, es bien sencilla.
Usted, amable lector, puede encontrarse en el mercado una mañana y tener la ocasión de oír y escuchar cosas insospechadas. En el referido teatro, en esta representación, aparecen dos empleadas de la misma pescadería, deshaciéndose en improperios, se supone en contra, de una tercera y desconocida fémina.
Pues resulta que, en el momento en que una de las empleadas deposita un bolsa de plástico colmada de restos, en el fondo del contenedor, una de ellas, ha descubierto una berenjena embutida en un preservativo. De color rosa, eso sí; “relata refero “Es una historia que usted podía haber oído mientras compraba un manojo de ajos, o cualquier otra cosa, incluidas todas las pequeñas e inesperadas ausencias de los componentes precisados al cocinar su plato preferido.
Ángel Silesius, el autor de las Poesías Espirituales, escritas alrededor del año mil seis cientos, ya nos lo dijo “ la más grande de las maravillas de la vida es indudablemente el hombre. El puede ser, según lo que haga, dios o demonio. ¿Implicaciones morales ?. Todas las que ustedes quieran.
Quiero seguir pensando que, LA MUJER, en mayúscula, seguirá con todo y a pesar de todo, siendo la más grande maravilla de esta vida. In-du-da-ble-men-te. Acaso es comparable a una máquina, la ternura del corazón que se refleja en la dulce mirada de unos ojos?
Ni amor, ni técnica. Frustración; y...nada más. Huída, por si acaso...

Robert Bores y Luis
P.de A. De- Mis reflexiones-
21-05-96

EL VISITANTE

Se había perdido. Volvió a consultar el plano de carreteras con la intención de descifrar el solitario lugar en donde se encontraba. Pensó en retroceder, en volver para atrás, pero ante el cansancio que sentía y la oscuridad de aquella hora tardía, decidió esperar hasta la llegada del nuevo día.Luego de reposar toda la noche, se incorporó entumecido. Abandonó el automóvil. A su espalda se alzaba un viejo y, en parte, desmoronado castillo. Decidido a conocer si alguna persona se encontraba en la fortificación, cruzó un verde prado, hasta llegar por un estrecho camino, hasta la entrada de la antigua fortificación. Sin intención de golpear la puerta, los herrumbrosos goznes de la pesada madera, crujieron lentos y sorpresivos, hasta permitir su entrada en el amplio interior.Antes de traspasar el húmedo umbral, el ocasional visitante dudó por un momento, hasta conseguir dominar el temeroso sentimiento que le atenazaba. En el interior un cegador resplandor, terminó por forzar su curiosidad, una inesperada curiosidad, que precipitó su entrada en la grandiosidad de la desconocida estancia. La puerta, detrás de sus espaldas, terminó por cerrarse lentamente.Fue entonces cuando pudo ver, una pantalla electrónica gigante encendida, desafiante, cegadora. Escudos, armaduras, espadas y leyendas, se hicieron presentes. Desde la pantalla, rozando la banda derecha, colgaba un pendón rojo “ Visitante pobre bueno, pero inculto no “, se permitió leer en las sabias palabras escritas en oro.Delante de la misma pantalla, hay una redonda mesa de madera. Situado en el centro del gigantesco diámetro, se destaca un monitor con su negro teclado. Está conectado, cuando en el centro de la brillante pantalla, el visitante, puede leer: ACRÓSTICO : EH CREMA. Como instrucciones en el monitor, se puede leer; Acróstico, no se abrirá, la puerta de este Castillo, sin descifrarlo. Por cada error, desde la base inferior de esta pantalla gigante, se disparará una flecha envenenada. “ Suerte “El asustado visitante observa a su alrededor, mientras el silencio, se hace más estremecedor. No hay nadie, tendría que ver a alguien, pero termina convencido de que, ante el impensado y escalofriante reto, nadie le ayudará. Sobre la mesa, cercano al monitor, hay un pergamino, y un tintero junto a una larga y coloreada pluma de ave.En el pergamino aparece escrita una palabra. El trazo de la escritura es caótico, muestra evidente de que con anterioridad, más de uno, ha intentado resolver aquel extraño acróstico. La primera línea dice; EH CREMA. La segunda HER-MECA.El visitante se sienta en la butaca, en el centro ovalado de la expansiva soledad de la mesa interminable, cuando empieza por leer las dos líneas. Abandona la rústica butaca de repente, mira detrás de ella, esperando encontrar una flecha, bajo la sombra de la gran mesa. No encuentra ninguna, en la madera de los muebles cercanos, no hay señal alguna. Atemorizado por el pánico grita – ¡ un cadáver ¡- pero no lo ha encontrado todavía. Toma el yelmo de una armadura, se protege la cabeza, para reposar sobre la butaca de nuevo. Las dos palabras siguen parpadeando en la luminosa pantalla... y escribe; HER-MACE...y de repente...¡ zoom ¡ la primera flecha...¡bang! el estrépito en el yelmo. El ensordecido jugador descubre su cabeza, deposita el pesado yelmo sobre la mesa, y se alza en un intento de vana huida, para pasear por el inmenso salón, sin dejar de pensar en el maldito acróstico.Inesperadamente, en un rincón oscuro, descubre un gramófono, como olvidado, no obstante que sobre aquel, no aparece ninguna mancha de polvo. Lo hace funcionar. Deja caer la aguja al principio del disco. El disco vuelve a girar, desde el principio, “guar - da il ma - re co - m´é bel - lo “ se oye cantar al tenor. ¡ Sí, el mar !... el mar, se había perdido en un carretera sobre las rocas del mar.La aguja sigue girando sobre el disco brillante. El cantante se escucha melodioso, mientras canta: “ e tu di – ci”io par - to ad - di - o Tàl - lon – ta - ni dal mio co - re, ques – ta ter - ra dell´ a – mo -re, hai la for - za di la - sciar...” En ese momento, la pantalla, vuelve a parpadearTe quieres ir.¡ Puedes irte.! Interpreta el visitante envuelto en su desesperación. ¡ Tienes la clave para marcharte ! El agobiado corre hacia el monitor, toma la pluma de ave, y escribe: Primera línea, EH CREMA. Segunda línea HA CEMER. Tercera línea CHE MARE. El En el teclado, el visitante acierta a escribir, CHE MARE. El monitor parpadea, segunda, CHE MARE, tercera CHE MARE. El gramófono se dispara...” Tor -na a Sur – rien - to non far - mi mo - rir “ La pantalla gigante vuelve a lucir, cuando con un seco roce lento y sonoro, comienza a abrirse la puerta. Detrás de ella, estalla el sol. El visitante huye alocado y al cerrarse la puerta de nuevo, no puede contener las lágrimas. Le llora la conciencia de un hombre nacido con cien años. El viaje a Italia, lo recordará; por siempre y para siempre. Dentro del castillo, la voz del gramófono, potente y bien melodiosa, seguía sonando..”.non far - mi mo - rir ¡....Qué bella, qué triste melodía, seguía repitiéndose en su feliz huida, aquel culto visitante...
Robert Bores y Luís
P. de A.11-10-1996 De- Mis cuentos-

LA CLASE DE ETICA Y LA CABELLERA DE CRISTO

Desde muchos años, en el interior del aula escéptica y exageradamente fría de la escuela, se instruía a las alumnas sobre la asignatura de Religión. La hermana Concepción de la Virgen María, la profesora titular, seguía mostrándose ante ellas, como aparecía de costumbre; seca e implacable.Sus jóvenes alumnas, de edades comprendidas entre los trece y los quince años, se mostraban, con raras excepciones, en el mismo tono y tesitura, imagen y apariencia.Las jovencitas asistentes a las clases, ya se habían convertido en mujeres, a pesar de que para la hermana Concepción, y solamente para ella, seguían siendo las niñas del curso anterior. Las mismas niñas de antes de la pubertad, sin fuerza ni convencimiento, no digo para imponer su particular punto de vista, algo que podía haber resultado temerario delante de Sor Concepción, ni tan siquiera para intentarlo.Las mujercitas permanecían expectantes. Las drogas y la problemática moral que las envuelve y El latrocinio, y para Sor Concepción, la innombrable prostitución que las une.La hermana Sor Concepción de la Virgen María, la profesora, fue describiendo gráfica y ampliamente, la figura del presunto violador, no solamente de la Ley, , desraizado de la Sociedad, , sucio de alma, repugnante de cuerpo, con la cabellera larga y sucia.Cuando refirió la muerte, producida por su propio hijo, de unos padres que en una ocasión se negaron a facilitarle dinero para la compra de drogas, unas pocas alumnas, no pudieron evitar mostrar sus ojos humedecidos por las lágrimas.Pues tened cuidado, seguía enfatizando la monja mientras fijaba sus fríos ojos en tres de sus alumnas, aquellas que os dejáis acompañar por esa tribu de melenudos. Ante su determinante y encendido monólogo no se permitió ningún resquicio que propiciara una hipotética objeción; es bien cierto. Pero una niña llamada Vanessa, las más cualificada de aquellas tres señaladas por la fría mirada de la profesora, sin demasiada convicción, es cierto, se atrevió aquel infortunado día del mes Mayo, a preguntar:Sor Concepción pudo decir,luego de un leve intento por intervenir ¿Cristo no llevaba melena ? Luego de un corto y frío silencio, aquella inocente niña pudo comprender de qué manera, había logrado el suspenso más significativo de su vida escolar en secundaria.
Rober Bores y Luís 5-07-96

jueves, julio 17, 2008

VOCABULARIO, EN, BROMA ,DE, UN, DICCIONARIO, DIARIO

ANEMIA: Decisión extremadamente lenta que tomamos, cuando no deseamos ir acompañados, hacia un lugar previamente determinado.
BOMBILLA (de bajo consumo) : Especie de artilugio de cristal que una vez reduce el consumo de kws hace que la Cía. de suministro eléctrico, suba las tarifas.
BUZON: Trasto de metal en la fachada el cual llena de papeles, quien quiere, cuando le da la gana: sobre todo con publicidad.
CAMARA-DAM: Componente, integrante de un numeroso conjunto de colegas muy ilustrados, que en lugar de botellón, se han pasado a la cerveza Dam.
COIN-CIDENCIA; Intento osado por introducir cualquier moneda en la máquina tragaperras.
CRISTALERA: Puerta o ventana de cristal que puedes romper sin ningún problema si la rueda derecha ( o la izquierda) de tu coche, pisa una piedra en dirección perpendicular, a la fachada más cercana.
DIÓ-GENES: Antiguo a.t.s., del cual se piensa que fue propenso a la fecundación asistida.
ESTATUTO: Conjunto de normas propuestas a un estado central, las cuales sin ser aprobadas por nadie, han sido exigidas por otras comunidades autónomas. Y como no; aprobadas.
FUTBOLISTA: Atleta capaz de dar dos vueltas de campana luego de marcar gol desde fuera del área, pero incapaz muchas veces, de marcar un gol de penalty.
GENIO: Hombre al que, del buzón, se le han desprendido las letras EU.
HIPER-TENSO: Supermercado lleno hasta los topes, un viernes por la tarde.
INVOLU-CINISMO. Tendencia dirigida al incremento y desarrollo de un proceso de cinismo que, un consorcio, un ayuntamiento o bien un grupo financiero, se empeña en negar, a pesar de que todo el mundo, lo ha oído en los telediarios.
I.R.P.F.: resumen de un IPC que, al final del año, te ha restado una paga.
MEA-PINOS: Conductor de automóvil que siempre prefiere las carreteras comarcales, antes que cualquier autopista, no por nada especial; por los pinos.
MES-ENTERIO: Mes que se hace económicamente difícil e interminable.
NACIDO: Bebé que viene a la vida y su intención no ha sido.
ORDENADOR: Aparato electrónico de sobremesa que permite a un ignorante escribir un email sin necesidad de conocimientos gramaticales y mucho menos ortográficos.
PENSANTE: Especie de hombre de tendencia economicista, que solo piensa en color amarillo.
POLITICO: Gestor incapaz de encontrar soluciones pero capaz de solucionar toda clase de problemas, a niveles aparentemente equitativos.
PORTA-NUEVAS: Amigo que se hace presente en tu casa, acompañado de otro amigo común, desde que te regaló una botella de Chivas Regal, el día de tu onomástica.
PUTADA: Acción de la rabiza que se dedica a la prostitución por que no tiene trabajo, pero que no da el callo; nunca..
QUO VADIS : Qué mal te sienta el agua chico, anda que...
REBAÑO: Conjunto de animales de la misma especie que se crían y pastan unidos, especialmente si son bien bestias.
SALIDA: Lugar estratégico de paso obligado, para los que entran...
TOME POR: Spot publicitario enmascarado en las Ferias de los pueblos a fin de hacer crecer la venta de calzoncillos, bragas, tangas y bañadores.
TRANS-CURSO: Tramo de una calle que no se termina nunca debido a las traviesas.
URBANIDAD: Concepto muy extraño, incapaz de evitar un giro a la izquierda, muy a pesar de que figure perfectamente indicado, por la señal de tráfico correspondiente.
VESTIGIO: Fundamento o realidad, que se puede encontrar en cualquier calle, de la celebración la noche anterior de un botellón, por la cantidad de cristales y otras olientes menudencias; propias de los llamados seres humanos.
XENO-FOBIA: Dolor inesperado que se sufre en la rodilla derecha o izquierda indistintamente.
YODO: conocido como elemento que se usa para desinfectar y para curar las glándulas, sin posterior seguridad de evitar una inesperada diarrea.
ZETA: Ultima letra del diccionario español que ha conseguido hacer famosa a la esposa de un conocido cineasta americano.

RobertBoresLuís
15-07-2008

EL JINETE DEL PERCHERON

En el caluroso recinto ganadero, polvo y calor, rodaban juntos. Mientras aguardaba la llegada de los dos personajes hasta ese momento desconocidos, un abejorro con un zumbido velocísimo que había de retornar por tres veces en un ensañado acercamiento, rozó su oreja. Sorbió otro poco de agua, cuando su vacío estómago aflojó la mordedura durante un segundo, sus ojos, se nublaron brevemente.
Luego de la dilatada espera, se le acercaron dos hombres; uno de ellos se protegía del sol con un viejo paraguas, por cuya negra tela asomaba una de las varillas totalmente aguda y solitaria. El otro, algo más viejo, vestía un raído y negro chaleco, brillante por debajo de conde se suponía deberían estar las solapas. Sobre el dedo anular de su mano derecha, un grueso sello de oro, atraía las miradas codiciosas de la gente a su alrededor.
La pareja de viejos, delante del muchacho y a prudente distancia, hablaron entre ellos sin alejar sus escrutadores ojos de la sudorosa figura del chico. Después de acercarse, el del paraguas, habló;
---,Buscas trabajo?- preguntó
---, Si, contestó el joven.
---, Te llamas Virgilio.?
--- Si, Virgilio.
Los adultos cruzaron sus miradas, sin dudar de la confirmación de las aseveraciones del chico, aceptando convencidos que se trataba de la persona que habían esperado encontrar.
---, Sabes montar ? – preguntó el del grueso anillo –
---, Si, he montado algo.
---, Por caminos de montaña ?- insistió el anillado.
---, Por todas partes.
---,Sígueme,- le indicó el del paraguas mientras volvía su inquisidora mirada hacia su compañero francés, que al momento asintió con un breve movimiento de cabeza. El chico les siguió hasta cobijarse los tres bajo las tablas de la supuesta terraza del chamizo que hacía las veces de bar.
---Tienes hambre ¡eh! Chico, habló el del chaleco negro, con su deje afrancesado ¡ nes´t pas !
A continuación, la pareja, tomó una pinta de cerveza, pues aparentemente, no tenían apetito. Virgilio intuía que, a pesar de su aspecto menesteroso, la presencia oronda y reposada, les confería una apariencia de gente adinerada. El grueso sello de la mano del francés, así lo confirmaba. Asimismo, su compañero, lucía una gruesa cadena de plata, la cual rodeaba su abultado estómago, para perderse en el bolsillo de la raída camisa. Sin duda, el reloj de plata también se alojaba allí – pensó.
Apareció el mozo del chamizo. Se hizo presente portando en una mano, un hondo plato de humeantes garbanzos bañados en salsa de tomate, mientras en la otra mano, una cazuela con hígado encebollado la cual, en un gesto de agradable sorpresa, dilató los ojos del hambriento Virgilio. La pareja sonrió con ironía ante el ansioso deglutir del muchacho, el cual les observaba en silencio, sonriendo a su vez, sin asomo de inhibición alguna.
Después de saciar su apetito, la pareja que le había esperado pacientemente, le indicaron que les siguiera. Caminaron sin prisas a lo largo de la polvorienta calle, hasta detenerse al final, ante un cercado de cuatro paredes de anchas y astilladas tablas. El hombre del paraguas escaló el lomo de un enorme percherón pié calzado de ancas carnosas y recias patas. El francés hizo lo mismo, saltando con una agilidad inusual en un hombre de su edad, sobre un caballo español castaño de largas crines. Virgilio cabalgó la tercera montura, una mula torda, alta, fuerte y nerviosa.
Se orientaron a poniente, mientras el sol sobre sus caras, les obligó a parpadear. Se alargaron en un trote alternativo, ora al paso, ora al trote de nuevo, sin querer permitir el galope que las monturas demandaban. El camino aparecía cada vez más estrecho. A medida que subían el piar de las bestias se sentía más sonoro y persistente. El percherón y el español comenzaban a sacar una blanca espuma por sus humedecidas bocas.
En el momento de llegar a un antiguo caserío escondido entre frondosos árboles dos robustos esbirros, como aparecidos de la nada, desprendieron en silencio de las monturas, las sillas con sus bridas y ceñidores. Para entonces ya había oscurecido sin que las voces ausentes intentaran alterar el seco silencio.
Sentados enfrente de espaciosa y ahumada negra chimenea, los dos que al llegar no habían necesitado demostrar ser los jefes, comenzaron a explicar al joven Virgilio, con toda clase de detalles, el trabajo que debía realizar al amanecer. Saldrás de madrugada con el percherón y la mula -sonó la voz afrancesada - Los sacos no hace falta que los toques. Cuando llegues arriba, señalando con un gesto de su mano derecha la posición de la montaña, - te los descargarán – Cuando te los hayan descargado – ya puedes volver – Cada día tendrás que hacer el mismo trayecto, ¿lo has entendido? – preguntó la segunda voz – Te pagaremos trescientos euros diarios por cada viaje. A Virgilio se le abrieron los ojos desmesuradamente, pero la oscuridad de estancia iluminada escasamente por el reflejo de las llamas de la chimenea, no le supuso ningún problema, aunque había temido ser mal interpretado por los traficantes, en el sentido de la generosidad de la compensación por una tarea, que en su fuero interno, le parecía un trabajo más que sencillo.
Después de una comedida cena, lo acomodaron al fondo de la caballeriza, justo al lado del pajar. A Virgilio envuelto en una vieja manta, le pareció entre sueños, que sobre el tejado de madera, alguien trajinaba hasta altas horas de la noche, bien que el mullido colchón de paja terminó por propiciarle un sueño confortable.
De madrugada, en el trasluz de la cuadra, la mula y el percherón cargados con sacos, mordían el hierro del bocado. Se levantó de un salto para salir afuera. El frío del amanecer se le filtró en los pulmones hasta aclararle su espeso y adormecido cerebro. Comenzaba a clarear. Uno de los fornidos, mientras el otro seguía sin articular palabra, le aconsejó que dejara ir al percherón hasta que se detuviera, en tanto que Virgilio, cabalgara la mula con menos peso. Solo tienes que dejar a la mula que siga al percherón, y dicho lo cual, le hizo entrega de una bolsa de piel de cabra, llena de víveres para hacer frente a larga travesía. El camino es largo, le insistió.
El joven jinete azuzó al caballo y de inmediato la mula detrás le siguió, atravesando la era por delante de la masía. Llegados al extremo, el caballote se encaminó por un estrecho sendero, arriba y más arriba, sin prisa, sin cansancio, con un esfuerzo mesurado, sin duda por el continuo entrenamiento de la noble bestia.
Durante cuatro horas, monturas, sacos y jinete, cruzaron bosques, lomas, y cañadas. Virgilio obligado a agacharse por debajo de las ramas, en más de cuatro ocasiones mientras apretaba las rodillas, para evitar una caída inoportuna. Los sacos suavemente, en numerosas ocasiones, cimbrearon. Cuando las cabalgaduras se detuvieron, de manera inesperada, se hicieron presentes dos individuos. Apostados uno al lado del otro, si bien el más joven, permanecía encaramado al árbol que protegía al primero. Descendió el de arriba inmediatamente con la intención de ayudar en la descarga de los sacos, en un acto apresurado y definitivo. Ça va ! solamente llegó a oír Virgilio sin tiempo de desmontar. Au revoir !
La mula giró la grupa, mientras al sorprendido Virgilio, le pareció oír un rumor, algo parecido a un lejano retumbar de un potente motor, un diesel o tal vez un tractor.
Algo más tarde, las bestias, abrevaron en un estrecho riachuelo. El ansioso muchacho, que no cesaba de preguntarse qué relación debía tener el retumbar de aquel lejano motor, con la rápida huida de los estibadores, de lo que pensó que debería ser la tan estimada y – para él, - desconocida carga, aprovechó para comer alguna cosa de entre los desconocidos alimentos que seguían dentro de la bolsa de piel. Hizo por sorber directamente de la botella de vino, cuando el caballote, casi le moja los pies por causa de la espatarrada y abundante necesidad fisiológica de aquel gran meón. Luego de saciar el hormigueo de su estómago, se montó en el percherón, cuando el esfuerzo le provocó un eructo grosero.
Al llegar a la masía ya había oscurecido, pero sin apreciar su silenciosa presencia cobijada entre las sombras, se topó de cara con los ocultos centinelas. De inmediato, sin preguntas ni respuestas, los celadores abrieron las puertas de la cuadra
A los dos viejos, durante largos meses, no volvió a verles. Virgilio siguió recorriendo su largo camino de montaña, para depositar cada vez más sacos, allí arriba. En una ocasión le pareció oír una explosión lejana, semejante a una detonación amortiguada que, al sentirla tan alejada de su ruta, no llegó a preocuparle.
En las noches que libraba, seguía contando el dinero que le pagaban sin dilación y diariamente, los dos ganapanes encargados de las cuadras y del llenado del desconocido, para Virgilio, contenido de los sacos. La bolsa de piel, algo menor que la de los víveres ya contenía más de sesenta mil pesetas. Junto a un chaleco negro sobre la espalda ya calzaba altas botas de montar. El próximo mes esperaba poder comprar un anillo de oro, como aquel tan grueso que lucía el francés.
Pasaron los días, y un atardecer, cuando terminaba de llegar a la cota más alta, ante su sorpresa, surgieron tres hombres de un bosque cercano. Allez ¡ Allez! - le gritaron – conminándole a huir, sin la posibilidad de montar el percherón cargado con los abultados sacos, cuando le pareció conocer al tercero más alejado. En tanto que huían, no pudo evitar sentir una sensación desconocida, muy desagradable, de un repentino estremecimiento de peligro inmediato. Algo silbó cerca de su cabeza, algo parecido a aquel abejorro que, encarnizado, se le había acercado el día que conoció a los dos viejos, pero todavía más ruidoso. Las cabalgaduras, instigadas por su instinto natural, huyeron con un nervioso trote.
Horas más tarde, en el momento de llegar a la casona, los vigilantes le llevaron a la presencia del francés. Este, que yacía en un rincón del salón sobre un sofá desmantelado, protegido por la penumbra, le pareció a Virgilio que mostraba un aspecto raro, como si estuviera enfermo. El tétrico rostro del abuelo, aparecía envuelto en una extraña palidez cuando, levantando la mano en un gesto lento que asemejaba un saludo, mostró bajo su pecho una grande y humedecida mancha de color granate, la cual le cubría gran parte del abdomen. Garçon ¡ - llegó a musitar – “ il faut de ne pas continuer. “
Al día siguiente, antes de salir el sol, abandonaron el refugio todos. Virgilio con la bolsa de piel de cabra repleta de billetes, los compinches, el del paraguas roto, que conducía el furgón con el herido en su interior, sentado a un lado de la trasera del vetusto cacharro.
Llegaron a un amplio cruce, un lugar desierto en dónde Virgilio y uno de los mozos, fueron obligados a apearse. El resto continuó hasta perderse entre el trasluz polvoriento del camino.
Antes de despedirse, el francés con un lento jadeo, preguntó;
---, Virgilio, - ¿te vas contento?
---, Si, respondió el jinete del percherón, mientras apretaba la abultada bolsa.
---, Si hubieras robado tan solo un saco, ahora, tendrías diez veces más...
Virgilio, con un gesto enigmático, sonrió. Hablar de honradez ¿ para qué?. ¿ No se había cruzado con mucha suerte por cierto, aquel gabacho, en la trayectoria de su tiro ?


Robert Bores Luís
P.de A. 5-12-96
De “ Mis cuentos rurales “