domingo, noviembre 30, 2008

NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE (Breve cuento de Navidad)

Se acercaba la Navidad pero él no lo sabía. Seguía sin entender por qué brillaban tanto las luces de aquella tan conocida Avenida que recordaba casi siempre oscura. Sólo fue capaz de reconocer el irisado resplandor del lujoso escaparate de una joyería. Una lujosa tienda, de espaldas a la cual, su madre le mantenía sujeto y basculando, entre sus ya no tan robustos brazos.
Lloraba. Lloraba porque, con una temperatura de cinco grados bajo cero, tenía que llorar. Pero no cesaba de repetir el sugerente y nervioso tic, tac, de un imaginado y muy deseado reloj. Un reloj que seguía midiendo interminablemente, los segundos de su incontenible, y a la vez, ilusionada esperanza.
El propietario de la joyería, había intentado en dos ocasiones, que la mujer abandonara su puesto de mendicidad, sin conseguir evitar su continuado retorno. El frío como el tic, tac, de un ficticio reloj del niño, seguía llenando de desesperanza a la todavía joven madre. Los ocasionales compradores de joyas y relojes, entraban sin dejar de sonreír, salían sin dejar de sonreír, felices, ajenos al menor sentimiento de caridad.
Entretanto, Jorge, el abuelo de un nieto que jugaba de portero en un equipo escolar de jokey, acababa de comprar en un supermercado cercano, dos relojes de una singular e inesperada oferta, por 5´99 euros cada uno. Seguramente procedían de excedentes de una serie de modelos no vendidos. Ambos equipados, con pila eléctrica, correa de cuero, manecillas fluorescentes y calendario. Era evidente que algún defecto debían de tener, pero lo cierto era que su presentación y funcionamiento - Jorge había seguido el recorrido de los segundos con su propio reloj - era muy exacto. Una económica solución, pensó, para su estimado y olvidadizo nieto, que era incapaz de desprenderse de su reloj cuando jugaba. Poco más tarde, si bien impensadamente, se detuvo ante el lujoso aparador de la joyería, mientras sonreía cínicamente, ante la enorme diferencia de precio que figuraba entre varios y muy prestigiosos modelos.
Con el niño en los brazos se acercó la inope cuando, el pequeño que no cesaba de sonreír, repetía su continuada letanía; tic, tac, tic.tac, tic tac. El abuelo, no sin sorprenderse, ante la inesperada actuación del imberbe, le acarició preguntando:
... .-¿Te gustan los relojes verdad?
....Tic, tac, tic, tac, - fué la respuesta del infante.
... . Toma, hijo mío, habló Jorge, al tiempo de sacar de su bolsillo, el reloj más pequeño; espero que te guste.
En ese mismo instante, reapareció el propietario de la joyería y, viendo el reloj, mientras Jorge trataba de colocarlo sobre la muñeca cubierta de lanoso puño de la manga del chiquillo, sentenció;
.... ¡No es oro todo lo que reluce!
..... Es bien cierto, le respondió Jorge. “Es de acero inoxidable”
El niño, sin dejar de mirar el brillante reloj, siguió repitiendo; tic, tac, tic, tac.
Su joven madre, incapaz de dar las gracias, con motivo de su intensa emoción... siguió llorando.


Robert Bores Luís
Navidad 2008

1 comentarios:

Anónimo dijo...

sigue escribiendo robert beres