sábado, abril 19, 2008

MISERIA, BASURA Y SUERTE

Una indefinida noche, escribo indefinida por considerar que era una noche como tantas noches dormidas en la ociosa cotidianidad de las vivencias grises, un matrimonio, una pareja de eméritos, se disponían a cenar.Inesperadamente, sobre la puerta de su modesta vivienda, sonaron unos golpes como una especie de tímida llamada. En el momento de abrir la puerta, Berta, que así se llamaba la esposa, se dio de cara con un hombre desconocido, desarrapado, barbudo, un pobre hombre de los tan conocidos Adanes los cuales merodean por las ciudades, de día y de noche, sin llegar a encontrar su verdadero y desconocido destino. No llegó a asustarse, solamente una extraña, y a la vez persistente tos del recién aparecido, despertó en ella un impreciso y sorprendente interés después de oír – tengo hambre- una ansiosa expresión que, Berta completo diciendo - y mucho frío, supongo -Con la ayuda de su marido Luis, entre los dos, consiguieron sentar al vagabundo a un extremo de una amplia mesa, pertrechada y lista para la cena. A continuación, aquel desdichado, se lanzó sobre los no muy abundantes pero no obstante deliciosos manjares sin dar apenas tiempo a Berta para servir los platos. Su hambre incontenible, así como la escasa precaución por masticar cuanto tragaba, fueron la causa de su inmediato ahogo. Luego de intentarlo, ni Berta ni Luis, después de levantarlo y apretar desde la espalda con fuerza su congestionado pecho, lograron conseguir que devolviera el alimento.Animosos aunque desesperados, llamaron a las fuerzas del orden. Los componentes de estas se hicieron presentes con una diligencia extrema, acompañados de una ambulancia, cuyos facultativos solamente pudieron certificar la muerte.Quince minutos más tarde arribó el personal de una empresa funeraria, el cual procedió a envolver el cadáver en una amplia funda de plástico gris. Entre las escasas pertenencias del fallecido, lo más determinante fue una bolsa, de plástico negro la cual, después de ser estrujada con fuerza por las manos enfundadas en los guantes de goma de un funerario. el citado, acabo por manifestar que, la bolsa, solamente contenía papeles, seguramente hojas de periódico, tan usuales entre los pordioseros. Unos papeles que eran usados para taparse, a veces con cartones, con el fin de defenderse en la intemperie, del intenso frío de las heladas noches invernales. Cargaron con el finado no sin antes, pedir a Berta que por favor, fuera tan amable de depositar la mencionada bolsa negra en el contenedor de basura ubicado cerca de su vivienda. Era martes, un día específico para la entrega de envases, según determinaba un anterior y reciente edicto publicado por el regidor del servicio de recogida de basuras del Ayuntamiento local. Así que, la responsable ciudadana Berta, se desplazó unos metros mas adelante, para depositar la ya citada bolsa de papeles en el contenedor correspondiente. Cuando la señora Berta salía a la desierta calle, un viento huracanado, comenzó a soplar, y cuando depositó la bolsa encima de un contenedor repleto de papel, imposible de cerrar, en el preciso instante de volcar los papeles, impelidos por el viento, salieron volando cinco de ellos, que no hojas de periódico como se pensó; cinco papeles; dos de cien euros y tres de quinientos.Enseguida, la tan mencionada Berta, con un ímpetu inusual en su habitual conducta, se lanzó tras los papeles volanderos, hasta lograr rescatarlos del húmedo suelo. Fue tal la sorpresa que no le impidió, en el corto retorno a la casa, que una poco disimulada e irónica sonrisa, fluyera de sus tiernos y rojos labios. Al entrar en la vivienda, la sonrisa, se había convertido en una hilarante carcajada.En ese justo momento Luis, seguía pendiente de las noticias del telediario de las nueve, atención que interrumpió ante la presencia de su esposa ¡ con una bolsa en la mano !... ¿ Te has vuelto loca ?. A donde vas con esa basura – terminó por decir... Si, tenías razón,- respondió ella riendo con muchas ganas – mientras le mostraba la ingente cantidad de billetes.-Tenías razón - la basura y el dinero, son acumulables –Nunca lo supo nadie. Pero lo cierto es que, terminaron de pagar el 25 % pendiente de la hipoteca de su casa. De un total de treinta millones de pesetas, es decir, siete millones y medio, 45.075,907 e, exactamente.Unos días más tarde, les notificaron la muerte del mendigo, (el matrimonio, en su fuero interno, interpretó como rico mendigo que, de acuerdo con el resultado de la autopsia realizada por los médicos forenses, la muerte había sido natural.Y Berta se preguntó ¿qué cosa entendían ellos por natural ?. Si esta no se podía considerar una muerte heroica, desde su personal punto de vista, sin ninguna clase de dudas, se trataba de una muerte milagrosa. Su amante esposo, se limitó a decir si; con una consciente y larga sonrisa.
Robert Bores Luís.
PdeA.27-03-2008.

SIN PENSAR EN EL ADIOS

Quiero escribirte una carta, una carta muy cercana, parecida a todas las cartas que he escrito para ti. Una carta que recoge el sentimiento de todas aquellas largas cartas que, desde hace años, has leído.Si se quiere de verdad, la vida, son pequeñeces, nimiedades sin tortura. Primaveras sin sol con otoños luminosos, la vida huye con impulso volandero, el tiempo toma sus horas y la primavera renace, cuando de golpe vuelve un antojo colmado de bellas flores de amor y de aroma llenas ¡ Cuántos recuerdos intemporales ¡ ¡ Cuántas risas ya vividas ¡. Qué gracia me haces sentir cuando me dices que soy un hombre medio monje ¡ Y todavía escuchar que me dices, con inocente risita, que soy la sinfonía inacabada.Inacabada es bien cierto, a pesar de que toda la vida, he de seguir intentando encontrar notas bien dulces para crear la melodía, notas de composición adecuada para fundir la soledad, tantas veces permanente.Escúchame, vida mía, mi rosa, la princesa de mi honor, con cabello plateado me acerco al tiempo final. Antes de que llegue el instante de eminenciar el último suspiro, de irme hasta el purgatorio por tanto como te he hecho sufrir, quiero agradecerte las horas sacrificadas por mí, la generosidad de tu alma , tu invicto espíritu que en las batallas perdidas, ha convertido en valor, las dudas de toda clase, del temor y de las sombras, tan negras que no entendía, de tristes que las sufrí.Ya sabes, seguro que lo sabes, que soy un guerrero vestido de paciencia, sin espada y sin escudo. He escalado las montañas y tengo lo que merezco. ¡ He saltado tantas veces sin llevar paracaídas ¡ También he recibido bofetadas devueltas con una mano. Pero yo, soy el que soy, por la plena confianza, que tu corazón siempre me ha dado sin esperar recibir, todo cuanto merecía. Piensa en los besos, mi vida, los besos que yo te doy, son besos que dan los ángeles, son besos de ánima pura, de un alma pura nacidos, bendiciones que te doy, colmados de comprensión, besos de agradecimiento, gratuitos, de dulce serenidad.¿ Qué más quieres vida mía ? Me queda la simpatía de la rogada presencia de tu dulce compañía. Ya no soy yo, ahora que ya soy tu, formamos los dos un todo. Moriremos de pié, los dos, limpios, vestidos, enamorados, felices y conformados. ¿ Qué más podemos pedir tesoro de esta mi vida ? El día que diga adiós, no llores por mí, no llores. Llora, si es que has de llorar, por los niños y sus madres, madres de tu valentía, sacrificadas en vida, aquellas que han derramado miles de lágrimas vivas, lanzadas por las ventanas del recuerdo y de la ausencia; sin ayudas ni consuelos.Se feliz, no sufras más. Este corazón que amas, nunca más sentirá frío...ni siquiera lejanía.
Robert Bores Luís
PdeA-14-05-2004

SI DESEA TRIUNFAR, COMPRESE UNA RAQUETA

Volvía de un viaje de quince días por las tierras del norte, con nieve y hielo por todas las provincias. Cuando llegó a la oficina, un día laborable cercano a las Fiestas de Navidad, no se esperaba encontrar su despacho revuelto y todavía menos la mesa cubierta por una larga y ancha tabla, que hacía las veces de improvisada mesa, cubierta de platos y vasos de plástico, colmada de aperitivos, embutidos y pica-pica.Las risitas de las secretarias le ayudaron a comprender todo cuanto ya se había imaginado. No era nada más que la costumbre de cada año, propiciada por lo colaboradores, aquellos que siempre se muestran al lado de sus jefes, todos los que atienden el aparato telefónico, todos los que se apuntan los pedidos que, los dedicados a esta importante labor, consiguen en una maratón atlética, una determinante acción sin dudas ni debilidades.El, como buen profesional, en su calidad de Técnico de Ventas, no estaba para perder el tiempo pues estaba obligado a escribir los informes de todas las gestiones realizadas; contactos, entrega de muestras, informes bancarios, determinación de las especialidades de cada cliente, o posible cliente, pedidos acompañados de toda clase de gestiones como son, especialidades y competencia.Ahora mismo, debía hacer dos llamadas para conseguir, entre otros, dos nuevos clientes. En el total del viaje había conseguido cinco en total, los cuales podían llegar a sumar quince pedidos, por un importe de treinta mil euros.Sentado en un extremo de la accidentada, larga y copiosa mesa, rodeada de asistentes de ordenador, sellos de tinta, lápices y teléfonos intentaba llevar a término la última gestión derivada de todas las gestiones anteriores, como era escribir los pedidos, sin olvidar la disponibilidad y servicio hacía los nuevos clientes.La larga mesa estaba rodeada de gente. Las risas, no olvidemos que ya habían cobrado la correspondiente paga extra, eran relajadas en un intento aparentemente sincero. Más todavía, por la molesta actividad que desarrollaba en recién llegado: molesto, nervioso, dolido por las risas de la mayoría de los integrantes de la División de Ventas de resinas y colorantesVeinte minutos después, luego de la colección de pedidos, fichas de clientes, etc., etc., apareció el Director preguntando si, el aperitivo, había resultado a la altura de las circunstancias, dado que el coste de tanta especialidad como se ofreció, no parecía nada económica. Todos los integrantes opinaron que, efectivamente, había resultado muy completa. En ese mismo instante, el recién llegado Técnico de Ventas, el cual seguía intentando probar el sabor, que no la cantidad de lo ofrecido, no llegó a satisfacer su deseo...- ¿Qué Martínez – le preguntó el Apoderado- ¿Cómo ha estado ?.. El nombrado Martínez, que ya no pensaba en el viaje, convencido de que le preguntaban por el aperitivo, entre los despreocupados, satisfechos e irónicos colegas de la División de resinas y colorantes, respondió: faltaba el chorizo.Lo despidieron...
Robert Bores Luís.
PdeA- 02-2004

LA PROCESIÓN DEL CRISTO

Y llevando él mismo a cuestas su cruz fue caminado hacia el sitio llamado el calvario u osario, y en hebreo Gólgota.. Jn.19-17
De pronto, el ritmo lento y grave de los tambores, rompió el silencio de la noche en tanto que, el sonido estridente de las trompetas, estremecía las almas.La multitud, a la salida, inició la cadenciosa marcha. Los reflejos de las gruesas velas y antorchas sujetas en sus manos, extendieron más sombras que luces, para alargar fachadas y balcones. Arriba, el fervor, la pena y la esperanza.La saeta surgió de una garganta anónima, para romper el silencio nuevamente, con su sentido y lastimero arpegio; hasta que la emoción soltó el llanto emocional e incontenible.Que trágico debió de ser el vía crucis de Cristo, hasta llegar al Gólgota, se decía Pedro bajo la peana, sintiendo que las fuerzas le abandonaban. No podré cumplir mi promesa. ¡ No puedo más ¡ terminó por suspirar en su impotencia.El compañero que le seguía detrás le sujetó, con una firmeza inusual, sobre humana, que sorprendió al hombre. Sigue, no pierdas la fe, no dejes de seguir. Tú, como los demás, tienes fuerzas suficientes para seguir. Si deseas seguir adelante, seguirás adelante.Se detuvieron por décima vez.¡ No puedo, no puedo más ¡ - se oye la voz de Pedro.-Sigue Pedro, oyó de nuevo envuelto en la serenidad, yo te digo que puedes.Y así, alentado por el desconocido costalero, siguió Pedro sacando fuerzas de flaqueza. ¿ Como te llamas- preguntó - a su encapuchado compañero.?. Me llamo Jesús, respondió el otro. Gracias por tus ánimos – cuando termine la procesión quiero conocerte -.le avanzó Pedro. No debes preocuparte, pues ya me conoces. Era bien cierto que el capirote solamente le permitía ver sus ojos. Unos ojos desconocidos, pero colmados de una especial serenidad universal.Avanzaron de nuevo, pesadamente, lentamente entre el gentío y las sombras. El corazón de Pedro, probando por salir de su pecho, en tanto que el desconocido, sostenía latido a latido aquel tembloroso corazón.La trompeta estridente seguía saltando en el corazón de todos.Cuando la pesada peana con la imagen de Cristo, reposó sobre el suelo del silencioso interior de la Catedral, Pedro, preguntó por Jesús...Entre todos los costaleros, no se conocía a ninguno con ese nombre; le dijeron...
Robert Bores Luís
P de A. 28-10-94