domingo, septiembre 30, 2007

QUIÉN TIENE RAZON

Hace poco tiempo escribí un comentario acerca de un estudio que habían realizado unos destacados científicos matemáticos que trataba sobre un sin fin de ecuaciones para determinar por qué se mueven las mesas. El lector podrá, si lo desea, encontrarlo en esta mi página. Quiero aprovechar este momento para agradecer todos los comentarios que me han sido enviados por los amables lectores de ese y otros escritos. Muchas gracias por su amabilidad y por animarme a seguir escribiendo.
Anteriormente hice otro comentario, el cual de momento no he impreso, sobre la felicidad que. según una joven, nos producía la mentira.
No sé si la edad nos hace más o menos sensatos. Lo que si parece cierto es que, con ella, nos vamos acercando cada vez más hacia la “erudipausia.
Pero lo sorprendente, lo realmente sorprendente, es la innegable evolución de nuestros conceptos, unos conceptos que, en la juventud de hoy, traspasan ya el idealismo equitativo. Vean este singular ejemplo:
“ Si compramos un animal con pelo de gato, patas de gato, y bigotes de gato difícilmente nos encontremos con un elefante “ ¡ Toma ya ¡ Sin embargo, sigue la cosa, en la vida cotidiana nos asombramos cuando el animal maúlla ( en este caso yo hubiera escrito marramiza) ”Nos imaginábamos otra cosa. Esperábamos un hermoso canto de pájaros o un fotográfico despliegue de pavo real.” Parece ser que era un gato Créanme, ahora si que me he perdido.
A continuación sigue un concienzudo divagar sobre la realidad, esa realidad que, a pesar de moverse sin cesar a nuestro alrededor, parece que no somos capaces de llegar a entenderla, en ninguna de nuestras reales circunstancias.
A continuación, la autora, pretende una ilación entre el gato, “cuando huele a gato, cuando come comida de gato y cuando salte por los techos “ como un gato”.
El caso es que esta, extraña relación con un ser extremadamente alejado de nosotros, ya saben ustedes que los felinos son muy suyos, muy particulares, reservados y desconfiados, no puede llegar nunca a un entendimiento, ni tan siquiera parcial. El gato solamente espera al ratón; para comérselo. Y es por ello que no podemos algo más tarde, quejarnos ni lamentarnos de su exclusiva necesidad por conseguir la presa.
¿Quién tiene pues razón ? El gato, evidentemente. Y como ese gato, todos los lobos vestidos de cordero, quienes sistemáticamente, buscan la presa más fácil de cazar.
Todo lo que no sabemos sobre nosotros mismos no es ignorancia, es la ilusión de encontrar del modo que sea y a la mayor brevedad, a nuestra alma gemela. Rápidamente, sin mirarnos a los ojos, sin entender el impacto de la emoción nueva y desconocida que resuena en nuestra inestable alma.
Claro es que, siempre nos queda, la conocida y repetida, posibilidad de lamentarnos. Un claro ejemplo que atestigua la confusión creada al confundir un simple gato con un elefante gigantesco.
Como vamos a pedir que nos amen si no empezamos por amar, como nos van a comprender si no comprendemos, por qué van a ser sinceros con nosotros si no somos capaces de sincerarnos con los otros, por qué siempre esperamos que nos den sin dar nada. Y lo más importante “ por qué razón nos empeñamos en hablar con aquel que es incapaz de entendernos “
No recuerdo quien escribió la cita que sigue la cual no deseo dejar de escribir; “razón, razón cuando dejará de vencerte el corazón.”
Sigo creyendo que, el amor, no se compra ; se da o se merece.

Robert Bores Luis
15-09-2007

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