martes, diciembre 26, 2006

DE REPENTE, UN DIA

Nacemos sin esperar nacer, cuando en la tierra se esconde una historia de tan repetitiva sin finales. La suerte y el esfuerzo juntas en el camino, suben bajando o bien bajan subiendo. Extraña relación que se acomoda a un afán bien pronto desquiciado cuando nos vemos obligados a encontrar espacio.Un espacio intangible encerrado en un cajón lleno de circunstancias, tristeza y alegría juntas nos acompañan hasta un final en tantas ocasiones de carácter impensable. El alma, nuestro rió, impetuoso a veces, a veces reposado, va recorriendo un valle de futuro, que va a morir al mar. Largo peregrinar al mar de la grandeza, cielo o infierno, quién lo sabe, hacia un dormir eterno.
Tormentas y silencios, guerra y paz, serenidad y justicis, proximidad y lejanía, en toda infinidad se mezclan y se deshacen. Restos de un palpitar, de amor y odio, huesos para encontrar bajo el ignorado fondo de arena, y cieno en montañas de piedra.Antes, a veces mucho antes, en nuestro caminar como viajeros, ya pisando el final, en el más duro ascenso, sentimos detrás de nosotros el jadeo de la soledad, el suspiro cercano de una virgen como una enamorada que sueña en el mismísimo momento del encuentro, con la sombra del recuerdo no olvidado, unido sin remedio a nuestra perdida esperanza.. Grande, todo fue grande, en tanto empecinados en alcanzar más altura, fuimos perdiendo la sustancia de nuestra identidad, la belleza, la plata de la sencillez que nos confió la vida. Un tesoro entendido tan pobre como para deshacer la realidad, inalcanzable por la injusta ignorancia de todo lo común, lo indispensable, lo unitario, lo cierto, lo seguro, lo tangible. Una loca carrera, ajena, sin sentido, triunfo individual destartalado. Llegados a esta cota, cuando se tiene de todo, ignorantes del oro de la suerte, cerramos el paso a la ilusión para quemar, repletos de inconsciencia, los bienes inefables que tenemos. Conciencia, paz y amor que debimos de dar y los guardamos en un saco repleto de avaricia. Ese personal saco que, aparentemente ha de garantizar nuestro futuro y el futuro de todos los demás. Más tarde, un día, de repente, con manos temblorosas y resecas, volvemos la vista atrás para entonces comprobar que, la inagotable enamorada virgen no suspira y no sigue detrás, ahora va delante. Incomprensible, difuminado hueco, silencio de la muerte. Sólo un recuerdo honesto será capaz de permanencia inalterable. Ahora, en un segundo, pasaremos a ser uno de los vecinos más ricos de un frío cementerio. “ Tempus fugit “Cuánto vale una estrella? Creo que si mirásemos siempre al cielo acabaríamos por tener alas, nos dejó escrito Flaubert. Y aquel Erasmo, aquel tan denostado, también ganó el segundo de su gloria: “ “ La felicidad consiste principalmente en conformarse con la suerte, en querer ser lo que uno es “Pero, Marcial, con ser el más antiguo, puso el dedo en la llaga cuando dijo: la fortuna que a muchos da demasiado, a ninguno da suficiente “ Y yo, pobre de mí, sólo puedo repetir. “Carpe diem”La vida es bella, si tenemos la comprensión de nuestro lado, si encontramos el reflejo de nuestra mirada en otra cálida mirada, si hablamos con sinceridad, con la verdad, para llegar a la empatía como último bastión de nuestra sensibilidad, al sentimiento bondadoso y cierto que las desgracias humanas nos reclaman, el mismo sentimiento que siempre esperamos recibir cuando individualmente nos toca sufrir. No hay que vivir temiendo siempre lo peor, pero es ineludible sentir y conocer nuestras debilidades para luchar con el fin de encontrar la estabilidad tan necesaria para mantener la mente tan activa como nos sea posible. No hace falta ser siempre el más valeroso, pero es indispensable ser fuerte. Cada uno de nosotros tiene un nivel de resistencia, de entrega, de verdad. Seamos consecuentes y respetuosos con el dolor de los demás, es necesario, pero no seamos tan indiferentes como algunos nos quieren hacer creer ante problemas graves. Cada individualidad tiene su valor, su resistencia, la serenidad acumulada de larga experiencia ya vivida. Cuando llegue el momento de llorar de seguro lloraremos, débiles también somos, con lágrimas serenas y amorosas, con las únicas lágrimas heredadas de nuestra condición humana. No podemos olvidar lo más trascendente; nuestra esperanza.
ROBERT BORES LUIS 9-02-2005

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