Así, pesadamente, transcurría su tiempo envuelto en la rutina casi siempre, para vestirse de años imprecisos en un tiempo real, un tiempo inesperado, un sueño irrepetible, cuando se acepta que el recuerdo nos pesa en el olvido. Ni sueño, ni futuro guardarán la esperanza, la vacía esperanza que ha partido el cristal del alma clara, desdibujada en otro rincón anclado en otro palpitar, otro latido más tibio que llene el corazón, para por fin, sentirse bien amado. Ese tierno sentimiento de su temor precipitado en la angustia crecida de su miedo Esta esperada noche él seguía pensando en escapar, de qué manera podía, y bien podía, zafarse de la presencia de los grasos celadores adormecidos, amodorrados en su nocturna costumbre de vigilancia usual anónima.
Un miedo desconocido, indescifrable, un colapso de frío le recorrió la espalda sin llegar a mermar su voluntad de fuga. que todo huidor termina por sentirla como ajena a sí mismo. Ella, la galana, la lozana, seguro que todavía le esperaba. Ella era, el estandarte de su ansiada libertad, una libertad soñada como el premio final del duro sufrimiento solitario perdido entre paredes blanquecinas proyectando las sombras escondidas de sensaciones muertas...De silencios dormidos entre quejas anónimas colgadas de los techos y las luces, cuando las madrugadas se despiertan heridas por los ecos.
Entreabierto cristal de una ventana. Fue un momento, sólo un momento rebosante de vida. Se le rompió el corazón, cuando ausente todavía del encuentro, colmaba de perfume sin saberlo, el aire enrarecido de la alcoba. Nunca llegó a pensar que un día, un suspiro producto de un latido, abriría la ventana de otra duda, inesperada y fría. Callar, enmudecer, para llorar por dentro sin conseguir detener el negro sufrimiento, el latido vital de un viejo corazón deshecho en vida. Ahora, sus sueños, oscilando en la inconciencia de la mente, rondaban el vacío.
Pasos, rumores, voces, prisas, en la oscuridad, .acechan. Trata de huir y consigue alejarse de un jardín que esta mustio de flores y de sueños. Cuando los celadores lo encontraron, sin tiempo para recrearse en la dulce melancolía de su ensoñación,- se ha casado hace años,- le dijeron. Mejor, respondió débil y enfermo. Me alegro suspiró,- nunca más estará sola-. ¡Ha dicho eso¡- gritó un joven médico, cuando se lo contaron. ¡Es del todo imposible¡ Una enfermera presente en la consulta, alargando un suspiro - misterios del amor - dijo-... Misterios de la ciencia; se esforzó por hacerse oír... la voz de alguien...
Robert Bores Luis 5-05-2005
1 comentarios:
eto e bueno tio..
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